Puede que nunca hayas oído hablar del aspartamo y que, sin embargo, sea uno de los edulcorantes que más consumes en tu dieta diaria. Se trata del edulcorante artificial más común que se utiliza en la industria de la alimentación y en torno al cual existen todo tipo de mitos y creencias. Pero, ¿cuál es la realidad sobre este aditivo?
El aspartamo está compuesto por dos elementos aminoácidos: la fenilalanina y el ácido aspártico que, una vez son metabolizados por nuestro organismo, se convierten en gran parte en metanol. Se dice de él que es un aditivo perjudicial para la salud y aunque no existe consenso la hora de decidir si es bueno o malo para la salud, muchos productores lo sustituyen por otros edulcorantes. ¿Sabes qué le pasa a tu organismo cundo consumes aspartamo?
¿Qué es el aspartamo?
Se trata de un polvo muy fino, blanco, suave, cristalino (propiedades que se deriban de los aminoácidos) y sin olor descubierto por James M. Schlatter mientras trabajaba para fabricar un medicamento contra las úlceras. Cuando derramó una dosis de esta sustancia en su mano sin querer, lo lamió y descubrió que tenía un sabor muy dulce. Así, el aspartamo empezó a comercializarse en el año 1985 por la compañía NutraSweet y, desde entonces, comenzó a utilizarse en gran variedad de alimentos, como postres congelados, gelatinas, zumos de frutas, yogures light, bebidas carbonatadas y chicles, aunque también se llegó a utilizar como edulcorante de mesa.
Se trata de uno de los más potentes del mercado: entre 150 y 200 veces más dulce que el azúcar. Además, no presenta el amargor de la sacarina, pero uno de sus inconvenientes es que reacciona a los sabores de los alimentos, por lo que puede modificar su sabor.
Pero, ¿es peligroso para la salud?
Antes de nada, es justo decir que el aspartamo cuenta con la aprobación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Administración estadounidense de Alimentos y Medicamentos –es uno de los aditivos más estudiados a lo largo de la historia– y está presente es más de 6.000 productos que podemos encontrar en supermercados, entre ellos, productos reducidos en calorías, dulces sin azúcar y bebidas light. Sin embargo, hay quienes condenan este edulcorante por los efectos que puede tener sobre la salud.
Entre ellos, se dice que puede tener un efecto negativo en el sistema endocrino y nervioso. Estos resultados, realizados por laboratorios independientes, se basan en experimentos realizados con ratones que, después de ser sometidos a un consumo mantenido de aspartamo, desarrollaron algunos tipos de cáncer y epilepsia. Y aunque no hay investigaciones que hayan estudiado posibles efectos nocivos sobre el cuerpo humano –al menos, por debajo de la cantidad recomendada: 50 miligramos por kilo y día–, investigadores de Estados Unidos, Reino Unido o Países Bajos sostienen que el consumo de este edulcorante artificial está ligado al desarrollo de problemas de audición, ceguera, cefaleas, ansiedad, convulsiones, depresiones y palpitaciones.
¿Debemos dejar de consumir aspartamo?
Algunos estudios revelan que uno de los amonoácidos que componen el aspartamo, la fenilalanina, puede provocar en dosis excesivas problemas de desarrollo en niños. La ingesta de este edulcorante también está específicamente contraindicada en personas que padezcan fenilcetonuria, una enfermedad del hígado que impide que este aminoácido se metabolice. Pero a excepción de estos casos, no hay estudios que lo cataloguen como un aditivo peligroso.
La polémica en torno al aspartamo se inició en 2005, cuando la fundación Ramazzini, en Italia, publicó un estudio que condenaba al edulcorante, una investigación plagaba de errores e imprecisiones. Una de ellas era que utilizaron ratas y ratones de laboratorio, que de por sí tienden a desarrollar todo tipo de tumores y tipos de cáncer a medida que envejecen.
Podemos decir, por tanto, que la polémica en torno al aspartamo es una polémica injustificada. Y es que después de que el aspartamo se haya consumido alrededor del mundo durante más de 30 años, no existen estudios que confirmen que es un aditivo perjudicial para la salud. Además, es un producto muy controlado por autoridades sanitarias y alimentarias.
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