La enfermedad de Pippa McManus comenzó en 2012, cuando tan solo tenía 12 años. Fue entonces cuando empezó a preocuparse por su imagen, lo que le llevo a practicar ejercicio de forma excesiva y a controlar sus comidas. Ese mismo año, cuando sus padres advirtieron el problema, la llevaron al médico. Al principio fue tratada en su localidad, pero en 2014 tuvo que ser ingresada en el hospital Priory en Altrincham. Llegó a pesar 27 kilos, se autolesionaba y uno de sus médicos consideraba que era uno de los casos de anorexia nerviosa más "severos" que había tratado.
En febrero de 2015 Pippa volvió a casa, pero pronto mostró que no estaba recuperada. Sus padres encontraron notas en las que se despedía de todos sus seres queridos. "No quiero crecer y tener una vida. En estos momentos no la tengo. No puedo luchar contra la anorexia más de lo que he hecho. Lo he intentado, pero me ha ganado", escribió. Ante esto, volvieron a ingresarla, pero tras un periodo en el que no se recuperó, le dieron de nuevo el alta. Cinco días después, el 9 de diciembre de 2015, se suicidó.
Pippa salió corriendo de casa tras una fuerte discusión con sus padres por su obsesión con el deporte y se tiró a la vía del tren. Ahora sus padres han denunciado que los médicos le dieron el alta de la unidad de psiquiatría sin estar recuperada. El jurado que ha evaluado el caso, por su parte, ha determinado que el alta fue correcta.
No obstante, la familia de Pippa sigue considerando que hubo errores en el cuidado médico de su hija. "Pip pasó los últimos tres años luchando contra la anorexia, desnutrición, depresión y autolesión. Creemos que los fallos en el cuidado de nuestra hija desde el principio fueron la causa de su muerte", ha expresado su madre. Por eso, ahora su objetivo es ayudar a otras personas que padezcan la enfermedad y ha creado The Pip Foundation for ABC Anorexia & Bulimia. "No quiero que la vida de Pip y su sufrimiento hayan sido en vano". Todo el dinero que recauden, será destinado a familias que estén pasando por una situación similar.
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