Basta con leer las recomendaciones de cualquier nutricionista para comprobar que entre los alimentos sugeridos para una dieta saludable siempre se encuentran los frutos secos. Esto es así porque, a pesar de la mala fama que tienen las grasas, hay que diferenciar entre las que son perjudiciales y las beneficiosas para el organismo, y los frutos secos son ricos en estas últimas.
Pero aunque las las propiedades nutricionales de los frutos secos son interesantes a nivel general, no todos ellos tienen las mismas características. Por eso hoy vamos a fijarnos en un tipo de frutos secos quizás menos popular, pero que los médicos recomiendan encarecidamente. ¿Quieres saber a cual nos referimos? Pues sigue leyendo.
Beneficios del consumo de frutos secos
Además del aporte de “grasas buenas”, los frutos secos aportan otra serie de beneficios. Por ejemplo, varios estudios han demostrado que un consumo algo superior a los 60 grs diarios durante algunas semanas puede reducir el colesterol, y con ello, disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular. También, y aunque son un alimento de alta densidad calórica, pueden ayudar a lograr una ligera pérdida de peso, aunque siempre tomando en cuenta otras variables
Otros estudios han tratado de encontrar una relación entre el consumo de este alimento y una disminución del riesgo de cáncer, y aunque la evidencia no es concluyente, hay uno de ellos en concreto que podría tener más papeletas para conseguirlo por su alto contenido en antioxidantes: las avellanas.
¿Qué aportan las avellanas?
Los médicos no pueden garantizar que estos efectos sean ciertos, pero sí tienen otras certezas en relación a las avellanas que hacen que recomienden su consumo. De entre todos los frutos secos son los que presentan la mayor cantidad de fibra, y tras las almendras, el que proporciona una mayor cantidad de Vitamina E.
Como resultado, un consumo moderado de avellanas, unos 30 gramos al día, ayuda a regular el tránsito intestinal y combate el estreñimiento. Su alto contenido en ácido oleico es también una protección ante las enfermedades circulatorias y del corazón que hay que valorar muy positivamente. Junto a todo ello su alto contenido en minerales (calcio, magnesio y fósforo), termina por concederle un perfil nutricional muy valioso.
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La elección de como consumir las avellanas queda al gusto de cada uno, aunque hacerlo en crudo o tostado tiene diferentes efectos. El tostado facilita su digestión, pero a su vez altera la calidad de las grasas. En cualquier caso, merece la pena que no falten avellanas en tu despensa y que les des una oportunidad como alternativa a las nueces o las almendras.