Si desde que eras pequeño has acostumbrado a tu cuerpo a recibir dosis diarias de azúcar, es posible que sientas que ahora no puedes vivir sin ellas. Este era el caso de Désireé Oostland, periodista alemana de Vogue Alemania y apasionada de los dulces, quien nunca consideró la opción de abandonar su consumo. No obstante, tras decidir eliminar el azúcar procesado de su dieta durante ocho semanas, descubrió que los beneficios superaban cualquier antojo.
El gran cambio en la vida de Desirée
Como te comentábamos, para Désireé, el azúcar formaba parte de su rutina diaria: desde una golosina en el bolso hasta una barrita energética después del ejercicio, pasando por los postres en cada comida. Si bien es cierto que llevaba un estilo de vida equilibrado, se dio cuenta de que su consumo de azúcar era excesivo.
En un intento por tomar el control sobre su alimentación, decidió quitar de su dieta el azúcar refinado, los dulces y la bollería industrial. Al principio, la ansiedad y la tentación la pusieron a prueba, pero con el tiempo notó mejoras notables.
Un cambio para su mente también
La protagonista de esta historia asegura que los primeros días fueron complicados. “Buscaba algo dulce sin darme cuenta y me costaba resistir”, explica. No obstante, sustituyó esos hábitos por opciones más saludables como infusiones sin endulzar, yogures con frutos rojos y bebidas naturales. En menos de una semana, su cuerpo empezó a adaptarse y los efectos positivos no tardaron en salir a la luz: despertaba con más energía, su mente estaba más despejada y se sentía más ligera.
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Una sensación inexplicable de más vitalidad
Uno de los principales cambios que notó, a raíz de dejar de consumir azúcar, fue en la calidad de su sueño. “Ahora duermo profundamente y me despierto renovada”, confirmaba la protagonista de esta historia. Además, su digestión mejoró y se sintió con más bienestar general. Sin proponérselo, también notó una reducción de peso, lo que confirma el impacto que el azúcar tenía en su metabolismo.