Comer carne en mal estado puede causarte serios problemas estomacales. Por eso, en lo que concierne a su conservación y consumo, nunca está de más tomar todas las precauciones. Si crees que con mantenerla en el frigorífico es suficiente, estás pasando por alto algunas cuestiones de seguridad alimentaria que pueden tener consecuencias.
La carne presenta un mayor riesgo de proliferación de bacterias que otros alimentos. En primer lugar, porque son alimentos perecederos que tienen un plazo de consumo muy breve. Pero también porque los líquidos y la sangre que se desprenden de ella son un caldo de cultivo perfecto para éstas.
¿Cómo almacenar la carne en la nevera?
Se puede dar el caso, incluso, de que la carne termine por contaminar otros alimentos, y de hecho es algo que se da con cierta frecuencia. Mucha gente comete el error de guardar la carne en el envoltorio de papel con el que se le ha despachado en el supermercado o la carnicería. Y al moverla suele producirse desprendimiento de estos líquidos, que de contener bacterias, pueden terminar afectando a todo aquello con lo que entran en contacto.
Para que esto no ocurra lo que se recomienda es sacar la carne del embalaje original y guardarla en otro envase. El plástico es una opción, aunque todavía mucho mejor si es un envase de vidrio. Y la forma de minimizar todavía más este riesgo es que el cierre del envase sea hermético.
Colocar el envase en la zona de la nevera con más frío, envolver la carne en papel aluminio y añadir al envase una etiqueta con la fecha de compra son otras medidas de precaución que reducirán significativamente la posibilidad de que acabes consumiendo carne en mal estado.
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Evitar riesgos en la conservación
Al margen de los peligros de consumir carne con bacterias, tampoco quieres terminar tirándola a la basura por que se haya estropeado sin que te hayas dado cuenta a tiempo. Por eso, entre las recomendaciones que cabe considerar en cuanto a su conservación está la de mantener la carne y cualquier otro tipo de alimento perecedero en un lugar visible.
De poco servirá que hayas usado un envase de cristal con sellado hermético y etiqueta de fechado si lo dejas al fondo de una leja sepultado por muchos otros alimentos y solo te das cuenta de su presencia cuando esa carne ya no es apta para el consumo. Las carnes y los pescados deben consumirse, como máximo, en un plazo de tres días desde que son introducidos en la nevera. Y si no va a ser así, lo que debe hacerse es meterlos en el congelador para asegurase de que están en perfecto estado cuando sea momento de cocinarlos.