La noticia de que Galicia se convertirá en la primera Comunidad Autónoma en prohibir la venta de bebidas energéticas a menores a partir de 2024 ha generado un debate sobre la necesidad de restringir el acceso de los menores a este tipo de productos. Equiparando estas bebidas al alcohol en términos de restricciones, se plantea la cuestión de por qué los menores no deberían consumirlas y cuáles son los riesgos que implica para su salud.
Las sustancias detrás de las bebidas energéticas: Una combinación explosiva
Las bebidas energéticas contienen una combinación de estimulantes que incluyen niveles significativamente altos de cafeína, así como suplementos a base de hierbas que pueden tener efectos estimulantes adicionales. Ingredientes como la taurina, la guaraná y el ginseng actúan en sinergia potenciando los efectos de la cafeína. Este cóctel de estimulantes puede tener un impacto negativo en el sistema nervioso y el aparato cardiovascular.
Estas bebidas también son ricas en azúcar, lo que aumenta el riesgo de caries dental, diabetes y obesidad en los niños.
A menudo, estas bebidas se comercializan y consumen como refrescos, debido a la falta de regulación en su comercialización y publicidad. Sin embargo, su ingrediente principal, la cafeína, conlleva riesgos considerables, especialmente para los niños, ya que puede afectar negativamente su sistema nervioso y cardiovascular.
El alarmante aumento del consumo de bebidas energéticas en menores
Un informe del Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) revela una tendencia preocupante: uno de cada cuatro niños entre 3 y 10 años consume bebidas energéticas, y este porcentaje se dispara al 62% en los adolescentes. Este patrón de consumo plantea un riesgo para la salud, con consecuencias potenciales que se han destacado en estudios previos.
¿Cuáles son los riesgos para la salud de nuestros hijos e hijas?
El informe de AESAN establece recomendaciones basadas en el peso corporal, resaltando que consumir más de cierta cantidad de cafeína al día puede llevar a problemas como insomnio y riesgos cardiovasculares. Además, el consumo de estas bebidas conlleva riesgos de hipervitaminosis.
El impacto de las bebidas energéticas en los niños no debe subestimarse. Debido a su etapa de desarrollo, los niños y adolescentes son más susceptibles a los efectos negativos de estas bebidas. Esto se traduce en un mayor riesgo de efectos adversos inmediatos, como dolores de cabeza, palpitaciones y trastornos del sueño.
El consumo excesivo de bebidas energéticas en menores puede llevar a una intoxicación grave, con síntomas que van desde la pérdida de consciencia hasta derrames cerebrales e incluso la muerte súbita.
Estudios señalan que los niños y adolescentes que consumen regularmente bebidas energéticas tienden a mostrar conductas de riesgo, hiperactividad, problemas emocionales y de comportamiento. Además, tienen un mayor riesgo de consumo de sustancias peligrosas y presentan un bajo rendimiento escolar.
La Asociación Americana del Corazón advierte que el consumo frecuente de bebidas energéticas puede alterar la actividad eléctrica del corazón, aumentando la probabilidad de desarrollar taquicardia ventricular.
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