El olfato es un instinto fundamental para la supervivencia y la interacción con el entorno humano, desempeñando funciones vitales. Nos ayuda a identificar sustancias que podrían representar peligros, experimentamos junto al gusto los sabores de los alimentos y tenemos la capacidad de percibir una amplia variedad de olores en nuestras interacciones con el entorno. Explicado de esta manera, parece un superpoder, especialmente para las mujeres.
En contraste con los hombres, las capacidades olfativas de las mujeres son más agudas, demostrando un mayor interés y un mejor desempeño en numerosas actividades específicas vinculadas a este sentido. Además, la sensibilidad olfativa femenina es variable, disminuyendo en el periodo de ovulación e intensificándose durante la menstruación.
En definitiva, existe una disparidad con la capacidad olfativa masculina, afecta también el comportamiento en relaciones sexuales y la comunicación social. Además, no podemos pasar por alto su estrecha conexión con la maternidad, como el reconocimiento mutuo entre madres y sus bebés a través del olor. La explicación de este superpoder olfativo femenino, una vez más, radica en el cerebro, que muestra notables diferencias en comparación con el cerebro masculino.
Se publicó un estudio en la revista PLOS ONE que involucró a un conjunto de personas mayores de 55 años, incluyendo a siete varones y a once mujeres. Los resultados revelaron que, en promedio, las mujeres presentan un aumento del 43% en la cantidad de células en los bulbos olfatorios de su estructura cerebral en comparación con los hombres.
La primera área cerebral que recibe señales sobre los olores percibidos por las fosas nasales, conocido como bulbo olfatorio, exhibe una capacidad diversa de discriminación entre aromas, con notables variaciones entre personas y claras disparidades de género. Las pruebas de detección de olores muestran consistentemente que las mujeres superan a los hombres en esta habilidad.
En 2004, una investigación llevada a cabo por los hospitales Clínic de Barcelona y Municipal de Badalona concluyó que las mujeres tienen un sentido del olfato más agudo debido a "factores anatómicos y genéticos. En el reino animal, las hembras tienden a tener un olfato más agudo para proteger a las crías y como una forma de defensa".
En relación con esto, un estudio llevado a cabo por el Monell Center de Filadelfia (EE. UU.) evaluó la respuesta de varios hombres y mujeres ante la intensidad de diversos olores provenientes de la axila. Se escogieron varias fragancias distintas para evaluar su capacidad para neutralizar estos olores frente al sentido del olfato humano. Los hombres no se percataron cuando estas fragancias se interpusieron entre los aromas originales y los participantes, mientras que solo dos de los 32 perfumes lograron engañar al sentido del olfato femenino.
El sentido del olfato guarda una estrecha conexión con la sexualidad. La disminución de este sentido, ya sea congénita o adquirida, tiene un impacto adverso en la vida sexual de quienes la experimentan. Los hombres que nacen sin sentido del olfato tienen menos experiencia en este ámbito, de acuerdo a una investigación realizada en el 2013. Además, un estudio de 2009 descubrió que las personas que desarrollaron un trastorno olfativo experimentaban una reducción en el deseo sexual.
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