La exposición al sol no debe tomarse a la ligera. Por mucho que te guste lucir ese precioso color tostado, pasar horas tumbada en la playa para conseguirlo puede tener consecuencias graves. Si ya lo has comprobado por ti misma y ahora estás experimentando la incomodidad de las quemaduras producidas por el sol, te contamos como debes tratarlas.
Aunque cada verano se lanzan mensajes de advertencia, parece servir de muy poco. Tenemos prisa por conseguir esa tonalidad morena en nuestra piel, y en muchos casos, cometemos la imprudencia de intentar acelerar el proceso. Lo que sucede en estos casos es que el color llega rápido, sí, pero lo hace acompañado de indeseables efectos secundarios, como son las quemaduras solares.
Tratamiento de las quemaduras solares
Lo primero que hay que hacer si notas tu piel ya dolorida es actuar rápido para enfriarla. Puedes aplicarte una loción hidratante, pero no utilices ningún producto con base de aceite, ya que atrapan el calor y el efecto puede ser el contrario al que pretendes. También puedes tomar algún medicamento como Ibuprofeno o aspirina, que te servirán para reducir la inflamación. Dado que las quemaduras atraen líquido a la superficie de la piel, bebe agua para evitar deshidratarte.
Durante los días posteriores, aplícate alguna crema de cortisona al 1%, con objeto de que la hinchazón y el enrojecimiento vayan desapareciendo. O si lo prefieres, otra alternativa válida es el Aloe Vera, que se puede usar con seguridad en este tipo de quemaduras. Las molestias no desaparecerán, pero puedes intentar minimizarlas aplicándote compresas frías y vistiendo ropas holgadas y suaves, que no te causen irritación al entrar en contacto con la piel. En el caso de que el efecto de las quemaduras sea visible en forma de ampollas, o que notes mareos, fiebre o escalofríos, acude al médico con urgencia.
La importancia de la prevención
Afortunadamente, todo esto puede evitarse si ponemos el necesario cuidado en prevenirlo. Lo primero es no tomar el sol en las horas centrales del día. Hay que hacerlo de forma progresiva, usando además, la necesaria protección en función del tipo de piel que tengamos.
El uso de protector solar es imprescindible en verano, y no solo en los días en los que el sol brilla con fuerza. Los días nublados son igualmente peligrosos, ya que el 80% de los rayos UV tienen la capacidad de atravesar las nubes.
No pongas tu piel en riesgo y preocúpate de cuidarla en todo momento. La exposición solar tiene efectos, y no solo a corto plazo. Una piel castigada por el sol es más proclive a desarrollar cáncer de piel.
LETTER