Hidratarse a diario es muy importante para nuestra salud. Según la Universidad de Málaga, beber una cantidad de agua suficiente contribuye a prevenir dolores de cabeza, mejora la digestión, mantiene bajo control la temperatura corporal e incluso reduce el riesgo de enfermedades cardíacas. Pero, como siempre, aparece el siguiente dilema: ¿importa el tipo de agua que consumimos?
¿Cómo de importante es el tipo de agua que bebemos?
En los últimos años, la presencia de PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas), conocidas como "contaminantes eternos" debido a su difícil descomposición, ha generado un gran revuelo, dado que estos compuestos están presentes tanto en el agua embotellada como en la del grifo, según la Sociedad Química Estadounidense. No obstante, los controles sobre el agua del grifo suelen ser más rigurosos y frecuentes.
¿Qué ventajas presenta el agua del grifo frente a la embotellada?
Algunos estudios como el de Universidad de Cleveland apuntan que el agua del grifo es de mayor calidad. Entre sus principales beneficios ponen en valor: su enriquecimiento con flúor, ideal para la salud bucal. Un impacto ecológico menor al que puede tener el agua embotellada, ya que no requiere de producción de botellas ni transporte, y, por tanto, esto contribuye a reducir su impacto ambiental. Y un coste mucho más bajo, pues el agua del grifo es considerada entre 1.400 y 3.500 veces más barata que el agua embotellada.
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¿Cuál es la mejor elección?
Si finalmente te decantas por agua del grifo, considera utilizar filtros de carbón activado o jarras filtrantes para mejorar su sabor y calidad. También se recomienda dejar correr el agua unos segundos antes de beberla, sobre todo por la mañana. Si de lo contrario optas por agua embotellada, elige marcas que cumplan con estrictos estándares de calidad. Trata de priorizar envases de vidrio o de materiales reciclados siempre que sea posible.