Los procesos de fabricación de algunos productos no están exentos de riesgos. En la restauración se conocen los peligros de la contaminación cruzada, pero lo que no sabíamos es que en los productos de higiene íntima femenina podían encontrarse lo que se conoce como “químicos eternos”, sustancias que tardan un largo tiempo en descomponerse y que pueden provocar problemas de salud. Una reciente investigación así lo ha demostrado, y ahora la preocupación se centra en conocer qué implicaciones tiene esto para la salud de las mujeres.
El portal de noticias Medical News Today reportaba este hecho recientemente, recordando que estos “químicos eternos” son potencialmente dañinos, habiéndose relacionado con problemas de inmunidad y otros como daño renal y hepático, diabetes, o incluso cáncer.
Qué se ha detectado y en qué productos
En la investigación llevada a cabo, se analizaron cerca de un centenar de productos de higiene menstrual, incluyendo empaquetados. Los científicos buscaron la presencia de compuestos fluorados en compresas, tampones, copas menstruales y productos similares. El resultado fue la detección de polifluoroalquilos en los empaquetados de algunos de estos productos como compresas y tampones, así como en las capas externas de algunas piezas de ropa interior menstrual.
Este descubrimiento tiene relevancia por dos razones. En primer lugar porque se comprobó que en este tipo de productos no se incluye información sobre los componentes, y en segundo, porque, en algunos casos, las sustancias detectadas no se encontraban de forma residual, sino en concentraciones bastante elevadas.
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¿Debemos preocuparnos?
Con el resultado de estas investigaciones es normal preguntarse si al usar productos de higiene íntima femenina se corre algún riesgo. La realidad es que la respuesta todavía no está clara, ya que aunque los efectos perjudiciales de estos “químicos eternos” sí están bien documentados, no hay constancia de que puedan atravesar la barrera de la piel y por tanto causar el potencial daño que se les atribuye.
En este sentido, es importante no dejarse llevar por el temor a una posible amenaza para la salud cuando todavía no hay constancia de que efectivamente exista. Pero sí que conviene hacer hincapié en que es necesario prestar una mayor vigilancia a los procesos de fabricación para controlar la presencia de estas sustancias, al menos hasta que se sepa de manera concluyente si estos químicos tienen la capacidad de entrar en nuestro organismo.