Esta es una de las principales y más importantes conclusiones que se pueden extraer de los resultados preliminares de un estudio realizado por Luis Díaz, profesor de Oncología en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (EEUU), en colaboración con investigadores del Instituto del Cáncer de Sao Paulo (Brasil), y que ha sido publicado recientemente en el Science Translational Medicine.
De acuerdo con el mismo, a partir de las muestras obtenidas en la prueba de Papanicolau, podría realizarse un análisis genético para localizar células con el ADN mutado o con propiedades cancerosas. No obstante, para ello habría que recoger no sólo muestras de la vagina de la mujer sino también de la parte más interna del sistema reproductivo, endometrio y ovario concretamente.
Pero para que esto sea eficaz y pueda convertirse en el método habitual de detección precoz de estos tipos de cánceres en el futuro, es necesario que se identifiquen bien aquellas regiones del material genético que deben estudiarse para determinar con exactitud si se padece un cáncer y el tipo del mismo.
Aunque la prueba se ha hecho con pocas pacientes (42), sin duda los resultados son de lo más prometedores, especialmente en lo que a la detección del cáncer de endometrio se refiere. Y es que de las 42 mujeres a las que se les hizo la prueba, se acertó en el diagnóstico de este tipo de cáncer en el 100% de los casos: 24 resultados positivos de 24 casos reales. En el caso del cáncer de ovario, tan sólo se acertó en el 41% de los casos por lo que, por el momento, no se puede considerar una vía fiable.
Pese a todo, la importancia del resultado reside, tal y como indican los propios autores del trabajo, no sólo en que actualmente no hay una prueba fácil de detección, sino en que se cuenta con la ventaja añadida de que la citología es algo que ya se hace periódicamente a todas las mujeres.
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