Fortalecer la musculatura no siempre implica la realización de grandes esfuerzos que te dejan exhausta. Afortunadamente hay prácticas deportivas, como el Pilates, que te permiten conseguirlo sin necesidad de llevar al cuerpo hasta el límite. Quizás por eso es una modalidad que tiene tanto éxito en todo el mundo.
El método Pilates ofrece una amplia variedad de ejercicios que trabajan todas las partes del cuerpo, que no castiga en exceso las articulaciones y que favorece la conexión músculo-mente. Su práctica constante ayuda a mejorar la postura y a trabajar distintos grupos musculares de forma eficaz, porque, aunque no sea tan extremo como el body building o el crossfit, no deja de proporcionar resultados.
Hoy te hablamos de uno de los ejercicios del método Pilates que puedes integrar en tu rutina para lograr este objetivo: se trata del shoulder bridge o puente de hombros.
Qué beneficios proporciona este ejercicio
El shoulder bridge, pese a su sencillez, es un ejercicio que activa un buen número de músculos, a la vez que ayuda a una mayor flexibilidad de la columna vertebral y a una mejor estabilización de la zona pélvica. En concreto son tanto glúteos como brazos, abdominales, isquiotibiales y cuádriceps los que se ven estimulados con su realización.
Se trata de un ejercicio isométrico, es decir que actúas sobre los músculos involucrados sin que estos tengan que moverse, simplemente tensionando y contrayendo. Con su realización constante, el shoulder bridge proporcionará beneficios relativos a la fuerza, la flexibilidad y el equilibrio. Como en el resto de ejercicios de Pilates, es muy importante llevarlo a cabo con un máximo grado de concentración, y con un control estricto del movimiento.
La técnica correcta para realizar el shoulder bridge
Tumbada sobre una colchoneta en el suelo boca arriba, coloca las rodillas dobladas y los pies en paralelo con la separación de las caderas. Los brazos permanecerán en el suelo a los lados del cuerpo y las palmas de las manos estarán mirando hacia el suelo.
El ejercicio comienza elevando las caderas hacia el techo, de forma lenta mientras tensas todos los músculos del core y los glúteos. No hay que arquear la columna en exceso y la subida debe ser controlada y tratando de sentir el movimiento vértebra a vértebra. Tras 10 segundos en la posición de máxima elevación hay que regresar a la postura inicial tratando de imitar el proceso anterior, es decir, sintiendo el movimiento de las vértebras en el descenso.
En todo el movimiento hay que mantener presión de los brazos contra el suelo, lo que te hará sentir que tu pecho se abre al ascender la cadera. Para que te quede más claro te dejamos un vídeo ilustrando paso por paso como debe efectuarse el ejercicio.
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