Pedir ayuda puede hacer que nos sintamos con más fuerza para sobrellevar esa situación o incluso puede abrirnos la mente a nuevas maneras de resolverlo.
Otras veces es tan sencillo como aprender a delegar en el trabajo, o aprender a disfrutar de la colaboración con otras personas para unir fuerzas y cualidades, para un resultado más rápido y eficaz.
A veces es aprender a soltar esa superexigencia y perfeccionismo que hace que hagamos todo solos sobreexforzándonos y no dando la posibilidad a los que nos rodean de aportar su granito de arena, expresar su potencial, sentirse útiles y felices de colaborar.
Desde que nacemos necesitamos ayuda de otros y la pedimos sin ningún problema hasta que empezamos a temer el rechazo, el juicio o a creer que hacerlo puede ser un signo de fracaso o debilidad.
Pedir ayuda es un signo de amor hacia nosotras mismas, es un signo de que comprendemos que somos valiosas sin tener que ser perfectas, saberlo todo o hacer sin descanso.
Indica una alta autoestima y humildad pedir a otro pues nos expone a que el otro pueda decir que no y se necesita de mucho amor propio para aceptar que eso no cambia nada de quien somos y de que eso no significa que no lo merecemos sino que el otro en ese momento no esta disponible o de acuerdo con la petición.
A veces la persona no quiere arriesgarse a sentir el malestar, los pensamientos y sensaciones que le produce un rechazo o recibir una crítica y se acostumbra a no pedir no dándose la oportunidad de recibir en la mayoría de los casos. Es una pena y no permite a otros regalarnos su amor, su saber y sus capacidades.
Lo más hermoso sería aprender a amarnos de tal manera que no veamos a los otros como competidores sino compañeros, y que juguemos el juego de la vida colaborando con los demás para compartir y disfrutar al máximo de una existencia plena.
Pedir ayuda es un signo de amor hacia nosotras mismas
Artículo elaborado por Idoia Berridi, nutricionista, life coach y naturópata. Autora del Libro Método BeLove
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