Aunque aceptar y resignarse puedan resultar a algunas personas conceptos parecidos tienen una cosa que los diferencia notablemente y es que aceptar es vivir con serenidad cualquier suceso que ocurre de manera contraria a como esperabas, adaptándote a la circunstancia que en ese momento no se puede cambiar pero abiertos a las posibilidades, a nuevas vías y soluciones diferentes a lo imaginado y esperado. Es una actitud proactiva, donde uno sigue sintiendo su poder personal para cambiar algunas cosas y en especial cómo elegimos vivir el acontecimiento.
Sin embargo, resignarse es un estado en el que la persona ni intenta cambiar realidades que si tienen solución, ni busca la manera de encontrar nuevas vías o nuevos caminos, simplemente se rinde con actitud fatalista y negativa a los acontecimientos cayendo en una energía estancada y densa, inmovilista que le lleva a quedarse atrapada en acontecimientos durante mucho tiempo.
Por ejemplo, esto lo podemos ver en personas que han perdido su pareja por los motivos que sea y se quedan apenadas, traumatizadas, sin ver nuevas posibilidades de felicidad o unión a otra persona. Este tipo de personas pueden hablarte de que están tristes o son desgraciadas por un hecho que ocurrió hace años, se han quedado en el pasado, en el trauma de lo que pasó, resignadas a vivir en ese estado doloroso del momento pasado como si estuviera sucediendo ahora.
En cambio, el mismo hecho otra persona lo puede aceptar, lo encaja adaptándose y buscando la manera de nutrirse de nuevo de cosas y personas que le hagan feliz, no es que la persona luche contra lo ocurrido porque si alguien muere, o alguien se desenamora de ti, no puedes luchar contra ello pero si aceptarlo y encontrar maneras de repararse, amarse y aprender a ser feliz de nuevo con ese hecho.
Así pues no se trata de resistirse a la realidad, oponerse a ella, se trata de aceptarla con serenidad y así evitar la rabia, la frustración y más dolor que el propio que acompaña al hecho decepcionante, si aceptamos tendremos más calma y lucidez para pensar con claridad formas de vivir en plenitud.
Nuestro ego tiene muchas ideas de lo que es mejor y peor y a causa de ello es que sufrimos muchísimo porque ¿Qué pasaría si aceptásemos que a veces las cosas ocurren para nuestro bien aunque en ese momento no podamos ver lo positivo de la situación?
¿Cómo lo llevo a la práctica?
Byron Katie publicó un libro "Amar lo que es", basado en aceptar y reconocer el valor de lo que configura nuestro entorno. Decía que no se trata de resignarse a lo que hay sino de amar nuestras circunstancias y "errores" para mejorar ese punto de partida.
Byron Katie en su best seller propone que la persona insatisfecha cuestione lo que no acepta con estas dos fases:
1. Plasmar en el papel lo que no nos gusta. Tomar una situación, una cualidad o una persona que nos desagrada y especificamos quién o qué provoca nuestra tristeza, qué es lo que no nos gusta y cómo debería ser para que estuviéramos satisfechos.
2. Indagar en el problema a través de estas cuatro preguntas:
¿Es eso verdad?
¿Tienes la absoluta certeza de que eso es verdad?
¿Cómo reaccionas al tener este pensamiento?
¿Quién serías sin ese pensamiento?
Los beneficios de aceptar:
- Paz, calma, serenidad y mayor claridad de pensamiento para buscar vías y soluciones.
- Crecimiento interior y salir fortalecido de la situación.
- Abrir nuestra capacidad de amar a los demás y la vida más allá de nuestros prejuicios e ideas sobre lo que es bueno o malo.
Los muros que te pones cuando te resignas
- Te cierras a la posibilidad de crecer, aprender y encontrar nuevas posibilidades.
- Pierdes tu energía, tu poder personal y tu confianza en ti misma.
- Te abandonas a ti misma y eso te puede producir tristeza, infelicidad e insatisfacción y un estado permanente de amargura.
- Te cierras puertas.
- Dejas de sentirte conectada a la vida con capacidad para crear nuevas realidades satisfactorias.
Artículo elaborado en colaboración con Idoia Berridi, nutricionista, life coach y naturópata. Autora del Libro Método BeLove
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