Todas tenemos una serie de principios y valores, unos límites que necesitamos preservar para sentirnos cómodas en nuestras relaciones. Si alguien traspasa esos límites, surge el enfado. El enfado es una emoción básica que nos indica que alguien ha traspasado esos límites. Sin embargo, como dijo Aristóteles: “Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo".
Y efectivamente, no es sencillo. Te proponemos tres pasos para enfadarte de manera eficaz. ¡Créenos! Esta información puede serte muy útil.
1. ¿De qué tamaño es tu capa?
Parece inevitable que, en ocasiones, alguien traspase nuestros límites, que haga algo que nos moleste. Imaginemos que llevamos una capa puesta, esa capa son nuestros valores y principios fundamentales, y no queremos que sean pisados. Si llevamos una capa muy larga, como la de la emperatriz Sissi, será muy fácil que alguien la pise, incluso sin querer hacerlo. Mientras que, si llevamos una capa muy corta, una de“mosquetera”, será difícil de pisar, aunque alguien se lo proponga.
Cuando nos sentimos molestas a menudo, es conveniente observar si estamos transportando una capa demasiado larga, que hace que sea muy difícil preservarla de pisadas continuas…
2. ¿Quiero realmente resolver la situación o hacerme la víctima?
Si algo nos molesta, es importante decidir si queremos que ese conflicto desaparezca, si ese es nuestro objetivo principal o si, por el contrario, tenemos cierta necesidad de hacernos la víctima y queremos quedarnos en ese papel y no resolver el asunto. La pregunta básica que nos podemos plantear es: ¿quiero ser feliz o tener razón? Si respondes afirmativamente a lo primero, entonces te será más fácil dar el siguiente paso…
3. ¡Exprésate!
Tal vez por no querer herir al otro o por evitar el conflicto, o por no estar seguras de nosotras mismas, a menudo no expresamos nuestro malestar cuando surge… Sin embargo, la mayoría de las veces es un error. Cuando algo empieza a molestarnos, estamos en condiciones de expresar nuestro malestar con asertividad, dando una explicación sin perder la calma. No pretendemos herir a la otra persona, sólo queremos resolver la situación, y muy posiblemente el otro se dé cuenta y no se ponga a la defensiva.
Al comunicarnos de esta manera, nos estamos desahogando, nos liberamos de la ira y evitamos que se convierta en un sentimiento negativo. Gestionamos la emoción y la situación. Somos capaces de comunicarnos de una forma eficaz sin personalizar la crítica, simplemente expresando cómo nos sentimos y de qué manera el otro nos puede ayudar a sentirnos mejor…Si no nos expresamos, si decidimos “ahogar” u ocultar la emoción que nos ha provocado la situación, se quedará en nuestro interior como un pequeño charco de agua estancada, que con el tiempo se pudre. Y si acumulamos charcos, tendremos un pantano… Pequeños malestares producen pequeñas tensiones en el cuerpo pero una acumulación de ellos, puede tener graves consecuencias para nuestra salud a medio y largo plazo.
Además, cuando estamos ya con “el agua al cuello”, no somos capaces de expresarnos con claridad, lo hacemos con ansiedad, ¡nos estamos ahogando! No nos queda otra que imponer una actitud en el otro, porque necesitamos desesperadamente que actúe, sin tiempo ni opciones de diálogo ni de llegar a un acuerdo… Solo hay calma, diálogo y opciones cuando el agua no te cubre. No nos referimos sólo a expresarnos la primera vez que ocurra, sino de forma inmediata… Si dejamos que pase el tiempo, el bucle de pensamientos alrededor del hecho puede hacer que convirtamos un grano de arena en una montaña.
Además, hay que tener en cuenta que, posiblemente, el otro ni siquiera sepa que te ha pisado la “capa”, y si esperas a “explotar” no va a entender nada de nada… Ahora, en vacaciones, convivimos más tiempo con nuestros seres queridos y con amigos, por lo que es especialmente importante tener esto muy en cuenta, sobre todosi queremos disfrutar al máximo de ellas…
Artículo realizado por Úrsula Calvo Casas, creadora del método Yo ahora, instructora de meditación, experta en Inteligencia Emocional y fundadora del Úrsula Calvo Center (Madrid).
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