Artículo elaborado por J'euphoria by Laura Zuluaga
El mes pasado tuve el reencuentro de 10 años de graduadas del colegio (bachillerato), y aún no me creo que ya han pasado 10 años desde que debí tomar una decisión que en su momento parecía una de las decisiones más importantes de mi vida. No es loco pensar que en aquel momento, en el que casi tenía 18 años, pensara que lo que fuera a estudiar iba a determinar completamente mi futuro.
Aunque mi caso es bastante particular, pues siempre he tenido una mente cada día más ávida de conocimiento, y en este momento me encuentro haciendo lo que realmente amo, comenzando por escribir este artículo para ustedes, sé que muchas personas de mi promoción se dejaron catalogar por una decisión de su vida, cuando en realidad, lo importante es ser y no hacer.
Generación tras generación nos hemos preocupado tanto por hacer eso que se debe hacer para tener una vida exitosa, feliz, un hogar lleno de amor, que hemos dejado de lado lo más importante que es enfocarnos en quienes somos. En cómo nos sentimos y cómo nos gustaría sentirnos en ciertas ocasiones y que deberíamos hacer para trascender algunos sentimientos o formas de actuar que no nos convencen del todo y quisiéramos dejar ir en algún momento de nuestras vidas.
Nos enfocamos tanto en el hacer y querer hacer lo mismo que hacen los demás, que olvidamos por completo nuestra esencia y lo que realmente nos llena de vida. Nos enfocamos en desear lo que los demás tienen, en añorar el hogar que han construido, los logros que han alcanzado, en querer la luz y éxito de los demás. Ponemos nuestra atención e intención en el otro que lo único que logramos es descuidarnos a nosotros mismos. Y déjame revelarte una gran verdad, mientras que tu atención esté en el otro, no podrás avanzar. Entonces, la pregunta en esta situación es ¿cómo hago para avanzar en mi vida y lograr lo que tanto añoro?
Qué pasaría si te dijera que la respuesta a esta pregunta es la más sencilla de todas, la que siempre tu corazón te ha venido diciendo todo este tiempo, la que tu espíritu te grita desde hace años, la que tú sabes que es la correcta. ¡Sí, esa misma! Confía en ti, escúchate, regálate tiempo para ti, comparte con quienes amas, y busca la felicidad en cada pequeño instante y detalle de la vida, en cada atardecer, en cada amanecer, en cada beso que te da tu hijo, en cada llamada o palabras amorosas, en cada abrazo de un padre.
Sí, en cada instante, es decir, llena tus días de 86.400 instantes de estar presente. Obviamente varios de esos instantes tendrán lágrimas, preocupaciones, tristezas, y el valor de los mismos está en reconocer que son pasajeros y que estás siendo, que estás viviendo y gozando tu vida al máximo esplendor. Al fin y al cabo, lo que nos queda en la vida son nuestras experiencias, lo que hemos sido, no lo que hemos hecho.
Vivirás tan agradecida con el universo, por las oportunidades que te ha dado, verás cómo te encuentras con ese empleo que te da todas las libertades que requieres para dedicarte a tu vida, a tus hobbies y demás actividades que deseas, como vives en un estado de tranquilidad y paz interior que irradias a kilómetros de distancia, cómo te encuentras contigo mismo cada día que pasa, como construyes una relación de pareja de la mano: siendo y dejando ser, reconociendo a la otra persona y amándola con todas sus cualidades y defectos.
Y sin duda tendrás tu propia luz, brillarás solo por respirar y en ese momento tendrás toda la certeza de que todo es posible en la vida. Muchos te mirarán, desearán ser tú, o más bien hacer lo que tu haces, enviarán sentimientos de envidia y celos, y tú en esos momentos sabrás que no hay necesidad de temerle a estas personas, pues su actitud únicamente demuestra su deseo de llegar donde tú estás. Desde donde te encuentras solo irradias luz y brillas desde tu corazón deseándole a los demás que lleguen donde lo deseen.
Tu prioridad eres tú y solamente tú. Brillar por las razones correctas, porque realmente te sientes en paz, porque hay amor suficiente en tu corazón para compartir con los demás, porque tu te sientes satisfecha con tu vida, y así te darás cuenta de que brillas con naturalidad, con una fuerza intensa, con una luz inquebrantable. Y a los demás, emanar mucha paz y amor, que ya está en ellos cómo te observan o qué energía te envían. Eso es responsabilidad de los demás no tuya, es cuestión de los demás si no aprendieron a disfrutar los logros de quienes los rodean, de gozar del éxito ajeno como si fuera propio, de emocionarse por ver a las personas a su alrededor crecer. Esa energía es de ellos, no tuya, y que la energía se devuelva de donde viene. Tu por tu lado solo brilla y brilla cada vez más.
Cuando tengas la oportunidad, tómate un café y recuerda todo el camino que has recorrido, todo el amor que te has entregado a ti misma y a tus seres queridos al decidir enfocarte en ser y dejar de hacer. Todo lo que en este caminar has conseguido y que seguirás consiguiendo y siéntete muy orgullosa de la decisión que tomaste al comenzar. Observa los resultados que la vida te ha venido entregando, pues todo se mide por resultados y conviértete en tu propio ejemplo de lo maravillosa que eres.
Ámate cada día con más fuerza, con más determinación, con más cariño, porque te lo mereces. Te mereces ser, te mereces brillar y te mereces llegar a donde lo desees con las intenciones correctas. Emprende tu camino, aprende a volar y vuela tan alto como lo desees y desde donde te encuentres brilla con luz propia. ¡Hasta nuestro próximo café!
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