Ya hemos llegado al mes ecuador del año, tránsito entre estaciones, momento que nos parece la gran bisagra entre temperaturas, hacemos los cambios de armario, porque la ropa y el calzado cambia sustancialmente, guardamos ropa y sacamos piel.
Junio se expresa intensamente día a día, si madrugas, seguro que sales de casa abrigada, al mediodía sobran varias prendas, por la noche, volvemos a abrigarnos de la temperatura y a refugiarnos de la noche. Es un mes divertido si te detienes a observar los transeúntes de las calles. Conviven botas de invierno con sandalias, shorts y rebecas, colores más invernales con llamativos tonos fosforitos, complementos de todos los estilos. Parece que todo pueda convivir a la tolerancia de adecuarnos a nuestra temperatura interna.
Junio es un mes, que más que otros, nos regala lluvias cortas e intensas bajo los rayos del sol, nos regala arcoíris que invitan a levantar la mirada al cielo y por unos instantes, nos regala disfrutar los colores, que a veces, sólo la naturaleza sabe crear.
Todo esto sucede en el mundo exterior, aunque en algunas ocasiones en nuestro mundo interior se dan combinaciones de pensamientos y emociones que, se asemeja al proceso de la naturaleza, y hace que se cree nuestro arcoíris interior.
La vida, a veces, también se nos manifiesta de manera primaveral: salen flores, la luz se alarga, la oscuridad se acorta, la temperatura es agradable. Todo alrededor parece revivirse, expresarse con más intensidad y belleza, pero de repente, como en una tarde de tormenta, comienzan a sucedernos experiencias que caen sobre nuestras sensaciones internas como fuerte lluvia que te deja empapada, de la que no has podido refugiarte.
¿Podrías identificar algún momento de tu vida con esta metáfora? Tal vez, ¿una relación romántica que parece avanzar con velocidad y de repente se corta? ¿Un ambiente de trabajo que cambia tan rápido y radical que parece que te hayas confundido de oficina? ¿Una amistad que pasa de prometedora a tóxica a velocidad de rally.¿Relaciones vecinales que se transformaron tanto en tan poco que sospechas que el ascensor es una máquina del tiempo disfrazada que os transportó al conflicto a la velocidad de la luz?
Sí. A veces, la vida en lugar de sentir que nos pasa por delante, sentimos que nos cae encima. Como la lluvia de junio, de golpe, sin previo aviso, sin lugar para refugiarte.
Tu arcoíris interior aparecerá o no, dependiendo de tu grado de resiliencia. Ella será tu clave de éxito mientras estás atravesando una situación traumática y, lo más importante, la interpretación posterior. Esa interpretación viene en forma de la pregunta ¿para qué?; ¿Para qué viví esta situación? ¿ Para aprender qué?; ¿Para valorar qué?; ¿para saber más acerca de qué?. Estas preguntas son tu paraguas, tu refugio, tu manera de secarte las ropas empapadas
¿Qué es la resiliencia? Es la capacidad de vivir a un trauma, superarlo y además salir reforzado en tus capacidades y fortalezas. Se llama punto de resiliencia en los metales a aquel grado exacto de presión que puede recibir y al dejar de recibirlo, recuperar su forma original. Aunque aplicado a las personas, cuando son resilientes, no volverán a la forma original, pasada la situación traumática sino a una versión mejorada de sí misma.
Recuperando la metáfora del mes de junio, recomiendo la idea de intentar ser como junio, en el que pueden convivir todas las prendas, colores, el sol y la lluvia o ambos a la vez, dando lugar a un bonito arcoíris que observamos como mágico. En realidad, el arcoíris es una de los efectos mágicos de la naturaleza. Nuestro arcoíris interior es uno de los indicadores de la belleza humana, la resiliencia. Cuando la vida te llueva encima, déjala caer, para que puedas sacar tu arcoíris interior que vaya de punta a punta de tu paisaje interior.
Contenido elaborado en colaboración con Alicia Aradilla, socióloga y experta en neurolingüística.
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