Desde tiempos inmemoriales, los ciclos menstruales siempre han estado asociados al dolor y a la incomodidad. Esto se debe a la falta de información acerca de estos síntomas y a la normalización del dolor intenso generado por la llegada del periodo menstrual. Sin embargo, como toda dolencia, debemos aprender a entender nuestro cuerpo y considerar que cuando sentimos molestias significa que alguna parte de nuestro cuerpo no está funcionando correctamente (¿acaso alguien duda de que cuando nos duelen las muelas es porque nos van a salir las del juicio o tenemos una infección?).
Así, los dolores de regla indican irregularidades y, por ello, debemos prestarles atención y buscarles algún tipo de solución. Por ello, conviene conocer qué es exactamente lo que le ocurre a nuestro útero durante el sangrado y cómo podemos aliviar esta incomodidad en nuestra zona abdominal mientras se determina por qué se suceden estas contracciones.
¿Qué son los cólicos menstruales?
Como hemos mencionado anteriormente, es muy importante que conozcas tu cuerpo y sepas cual es su funcionamiento normal. De este modo, sabrás que no es precisamente normal la sucesión de estos dolores durante el periodo menstrual. Como a lo largo de la historia se ha asociado el sangrado como causa del dolor abdominal, muchas mujeres han sufrido molestias e irritaciones insoportables hasta la fase final de la menstruación solo porque no han sabido el nombre de este síndrome.
Todos los meses, el endometrio (que es la capa que recibe el útero por dentro) crece para formar una «cama» de mucosa en la que anidará el óvulo si es fecundado. El periodo aparece precisamente porque no hay fecundación, debido a que el endometrio se desprende y se expulsa fuera del cuerpo a través del sangrado.
En este proceso de sangrado, tienen gran protagonismo las prostaglandinas, compuestos similares a las hormonas que libera el endometrio cuando se prepara para desprenderse, las cuales provocan la contracción y la relajación del útero (como ocurre durante el parto) para desprenderse y salir del cuerpo.
Con ello, reducen con ello el flujo de sangre hacia dicho órgano, éste se contrae de forma violenta debido a que se reduce el suministro de oxígeno al tejido muscular y es entonces cuando se producen calambres de intensidad variable que pueden causar dolor y malestar hasta el punto de que les provoca el llanto a muchas mujeres.
Asi, es aconsejable que prestes mucha atención al desarrollo y evolucion de tus ciclos menstruales para valorar cuales son las causas de los posibles dolores abdominales de carácter intenso, así como otras consecuencias (gases, diarreas, mareos...) que surgen como resultado del periodo. Por ello, debes acudir al médico para que examine tu estado o bien te dé la información que necesitas acerca de por qué tienes cólicos menstruales.
En todo caso, debes saber distinguir estos síntomas de los provocados por el sindrome premenstrual, aquel que sufren las mujeres entre una y dos semanas previas a la regla, caracterizadas por los dolores en el pecho o la hinchazón, una especie de "aviso" de que te va a bajar la regla.
¿Qué tipos de cólicos menstruales existen?
El cólico menstrual también se define en términos médicos como dismenorrea y, dependiendo de las causas y la intensidad de las molestias ocasionadas, se puede producir dos tipos de dismenorrea o aparición de dolores pélvicos que pueden incluso llegar hasta la mitad superior de los muslos y los abdominales.
La dismenorrea primaria es aquella que no tiene una causa identificable y que se exterioriza mediante las mencionadas contracciones uterinas agudas y anormales que surgen como consecuencia del desprendimiento del endometrio y su desajuste hormonal.
Estos calambres suelen producirse los día anteriores a la regla, entre los 17 y los 25 años y es poco habitual que se reproduzcan en edades más avanzadas o después de haber tenido un embarazo. A pesar de que la dismenorrea no se puede prevenir, sí existen formas de aliviar los dolores frecuentes durante los periodos comprendidos en dichos años.
Algunos antiinflamatorios como el Ibuprofeno o el Naproxeno pueden ayudar a aliviar estos síntomas y, en ocasiones,los tratamientos hormonales mediante anticonceptivos como el parche, la píldora o el anillo vaginal pueden ser muy efectivos para intentar reducir las molestias resultado de la dismenorrea.
Por otro lado, se aconseja realizar ejercicio de manera regular, beber grandes cantidades de líquido (agua, zumos), llevar una dieta equilibrada en la que no falten alimentos saludables (pescado blanco, carnes, verduras) e, incluso, dejar de fumar. Suplementos como el zinc, el magnesio o alimentos con alto contenido de jengibre también pueden aliviar estos retortijones. Además, sus síntomas pueden disminuir colocando una bolsa de agua caliente o una manta eléctrica en la zona pélvica.
Peligros de la dismenorrea secundaria
El tipo de cólico realmente grave y problemático suele aparecer años más tarde, en edades más adultas, cuando es posible que aparezca la denominada dismenorrea secundaria, que genera una de las enfermedades silenciosas, a la vez, más silenciadas de los últimos años: la endometriosis.
En cualquier caso, el diagnóstico de la dismenorrea secundaria es consecuencia de otro trastorno que siempre necesitará la revisión constante de un médico ya que, aparte de la endometriosis, esta dismenorrea puede ser protagonista de varios escenarios, como el síndrome del ovario poliquístico (SOP), quistes en el ovario o miomas en el útero, entre otras enfermedades, así como el embarazo ectópico (cuando el embarazo se desarrolla fuera del útero, generalmente, en las trompas de falopio).
La dismenorrea secundaria, más dolorosa y pesada que la primaria, suele manifestarse una o dos semanas antes de que te venga el periodo y suele afectar a mujeres mayores de 30 años que hayan tenido ninos previamente. Sin embargo, no siempre tienen por quyé darse estas circunstancias, puesto que es una enfermedad que puede aparecer en cualquier momento en la vida de una mujer y, cuando antes trate este problema un médico y determine su diagnóstico, mejor.
Si tienes dolores menstruales que interfieren en tu vida cotidiana hasta el punto de que no puedes soportarlos, no te conformes con el llanto: ve al médico, quien te redirigirá a un especialista para que observe y diagnostique la enfermedad causante con el fin de tratarlo. Generalmente, para confirmar el diagnóstico el médico puede solicitar que se realicen pruebas como hemogramas, laparoscopias pélvicas o ecografías.
Enfermedades derivadas de la dismenorrea secundaria
La endometriosis es una enfermedad tan silenciosa como desconocida por gran parte de la población, ya que se desconocen las causas de su origen, que es es tan misterioso como su tratamiento, puesto que ha sufrido las consecuencias derivadas de la normalización de los dolores que más afectan a la zona abdominal. Es la causa más común de la dismenorrea secundaria y, dependiendo de la intensidad, puede afectar por completo la vida de quien la padece hasta en el plano laboral, puesto que las molestias son similares a las de un parto. Además, afecta a la fertilidad de las mujeres, a quienes les cuesta más el embarazo e, incluso, afecta a sus relaciones sexuales.
Comparte síntomas con la adenomiosis, que desarrolla un complejo crecimiento del tejido endometrial de modo que éste se desarrolla en la pared del útero, provocando cólicos fuertes y sangrado. Por último, conviene recordar que la mayoría de los miomas suelen ser los tumores benignos más comunes entre las mujeres que pueden aparecer en diferentes partes del útero y provocan contracciones similares porque presiona las paredes uterinas.
La forma de aliviar los dolores provocados por la endometriosis y el resto de enfermedades mencionadas no son muy diferentes a los anteriormente mencionados: antiinflamatorios, aplicar calor en las zonas doloridas e intentar cuidar la dieta. Esta debe estar centrada en alimentos sin lactosa, así como frutas y hortalizas.
Al igual que ocurre con los cólicos más livianos, médicos y especialistas recomiendan que las mujeres piensen tener un bebé para intentar frenar las consecuencias de este trastorno (no obstante, no pueden descartar que después del embarazo o la lactancia vuelvan a brotar estas enfermedades).
Además, también se puede frenar esta enfermedad mediante métodos quirúrgicos como la laparoscopia (para eliminar las áreas afectadas por la endometriosis), la laparotomía o la histerectomía, mediante la cual se extirpa por completo el útero, las trompas y los ovarios. Sobra decir que en esta técnica se lleva a cabo únicamente si se trata de un caso extremo y si la paciente no desea tener bebés en el futuro.
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