La noche es siempre complicada para los padres. En el momento en el que se tiene un hijo parece que estamos condenados a no volver a disfrutar de un sueño reparador. Cuando son pequeños los continuos despertares son normales para pedir alimento, cambios de pañal o contacto. Cuando llegan a la adolescencia la preocupación es otra, rechazan irse a la cama a pesar de que les insistimos en la necesidad del descanso para lograr buenos rendimientos. Las jornadas de un adolescente están llenas de actividades y en teoría necesitan dormir entre 8 y 10 horas por noche.
El reloj biologico del adolescente
Sorprendentemente pocos adolescentes llegarán a cumplir este número mínimo de horas de descanso que los expertos recomiendan, pero Oscar Sans, neurofisiólogo clínico explica que no lo hacen por capricho ni para desafiar a los padres.
Sans coordina el grupo de trabajo de Pediatría de la Sociedad Española del Sueño y nos indica que uno de los motivos de acostarse tarde a esta edad es simplemente biológico: “ los jóvenes sufren muchos cambios físicos y hormonales. Una de las cosas que les pasan es que se vuelven búhos”. Las personas tienen un reloj biológico de 24 horas que será el que nos marcará cuando debemos estar despiertos o dormidos, pero en el caso de los jóvenes se alarga en la tarde y noche, lo que les hace estar más activos.
La investigadora postoctoral María Ángeles Bonmatí lo explica diciendo que “fisiológicamente no pueden conciliar el sueño”. Si esta información estuviese más difundida igual se evitarían las broncas cada día en muchas casas, porque aunque les mandemos a la cama, la segregación de melatonina no empezará hasta mucho después, por lo que no podrán dormir. No dejes de leer el libro de Bonmatí “Que nada te quite el sueño” si quieres aprender mucho más a fondo sobre este tema de la mano de esta reconocida científica.
Algunos factores pueden empeorar el proceso
Una vez que sabemos que la hormona que causa el sueño es la que biológicamente les impide dormirse antes, lo que sí podemos hacer es ayudarles vigilando otros factores.
Irse a la cama con el ordenador, la tele, la tablet o el movil retrasará aun más la producción de esta hormona, ya que la luz brillante estimula nuestro cerebro haciéndole pensar que todavía es de día.
Otro problema que juega en contra de los adolescentes son los horarios. Como nos explican los expertos, se van a quedar dormidos más tarde y tienen necesidad de 8 o 10 horas, por lo que deberían poder levantarse más tarde. Desgraciadamente, los horarios de trabajo de sus padres y del instituto no se van a retrasar a pesar de estos datos científicos, por lo que lo único que podemos hacer es intentar que se despierten antes de llegar a clase, por ejemplo aconsejándoles que vayan andando o en bici.
Los propios centros educativos deberían adaptar los horarios para poner asignaturas que exigen menos rendimiento a primera hora, y reservar los exámenes para los miércoles o jueves, por ejemplo.
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Como padres podemos ayudarles con un buen horario de comidas, en el que no se retrasen las cenas y estas no sean muy copiosas ni con demasiada ingesta de líquidos. Recomendarles que eviten las siestas después del instituto e intentar adelantar las actividades deportivas a primera hora de la tarde y no dejarlo para justo antes de dormir. Lo ideal sería que cualquier actividad intensa termine al menos dos horas antes de acostarse, ya que la producción de la adrenalina y cortisol actúan como estimulantes naturales que impedirán al cuerpo relajarse correctamente.