Mantener un buen estado de salud pasa por cumplir un conjunto de requisitos. Desde llevar una dieta equilibrada y saludable hasta hacer ejercicio físico con regularidad o tomar el sol un mínimo de 30 minutos al día para estimular la producción de vitamina D. Todos estos son consejos que se ofrecen por parte de los especialistas, quienes también hacen hincapié en la importancia de mantener a raya el estrés.
Y es que el estrés provoca en el cuerpo una serie de reacciones químicas que tienen como consecuencia la producción excesiva de una hormona llamada cortisol. Algo que, si bien de manera puntual no supone un gran riesgo, cuando tiene lugar de manera sostenida sí que puede ocasionar serios perjuicios.
Los problemas de tener niveles altos de cortisol
El cortisol se libera en grandes cantidades cuando el cerebro interpreta que afrontamos una situación de amenaza. Sin embargo, no distingue entre una amenaza física y otra que no lo es, y reacciona liberando glucosa como forma de energía para poder enfrentar esa amenaza con una respuesta de lucha o huida. Por eso, cuando soportamos niveles altos de estrés, esta liberación de glucosa elevada se mantiene de forma sostenida, pudiendo ocasionar diabetes tipo 2 y obesidad.
Además, el organismo se termina por acostumbrar al cortisol y responde a su presencia con unos mayores índices de inflamación, una presión arterial excesiva y una alteración de los ritmos circadianos. La consecuencia es que notamos un mayor cansancio y que nuestras defensas se debilitan.
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La función del cortisol
Pero no hay que olvidar que el cortisol se genera con un propósito, es decir, tiene una función que es necesaria para nuestra supervivencia. Gracias a su presencia podemos responder mejor en situaciones extremas, además de que que influye en otros procesos como el control del estado de ánimo o la regulación del ciclo del sueño.
En otras palabras, el cortisol no es malo de por sí, lo que resulta perjudicial es que sus niveles se mantengan altos durante periodos de tiempo prolongados. Nuestro cuerpo está diseñado para mantener un equilibrio, y en el aspecto hormonal no es diferente. Cuando el sistema endocrino se ve alterado por una presencia de cortisol fuera de lo que son niveles aconsejables, es cuando aparecen las complicaciones a nivel de salud.
La meditación o el mindfulness son técnicas que pueden ayudar en la gestión del estrés, logrando que la presencia de cortisol en el organismo se regule correctamente.