Hay cosas que, con el tiempo, adquieren un valor emocional que las pone muy por encima de cualquier otro objeto. Cosas que nos recuerdan a personas a las que queremos mucho, a momentos en los que hemos sido muy felices o a etapas llenas de grandes aprendizajes.
Seguro que tú tienes algún objeto que cumpla estas características. Da igual lo que sea: una muñeca con la que jugabas cuando eras pequeña, una sudadera de tus primeros años en la universidad, un cuaderno lleno de notitas entre tú y tu mejor amiga del cole…
Si, por alguna razón, estos objetos no están físicamente contigo, haz la siguiente prueba: intenta recordar los momentos más felices de tu vida… Muy posiblemente, las imágenes que vendrán a tu cabeza serán bastante figurativas e incluirán algunos elementos que te harán especial gracia: cómo ibas vestida, qué gafas usabas, ese libro del que no te separabas pero por alguna razón nunca terminabas de leer… Siempre, siempre, hay algo.
Con ayuda de los psicólogos de TherapyChat, intentaremos comprender por qué hay adultos que se aferran a sus juguetes de la infancia. A continuación, algunas hipótesis.
El deseo de prevalecer
Muchas personas guardan sus juguetes más queridos con la intención de hacerlos pasar a las manos de sus hijos cuando los tengan o, si ya los tienen, cuando estos tengan la edad para recibirlos. Esto puede deberse al deseo de trascender a través de su descendencia: mi hijo es como yo, tanto que aprecia las mismas cosas que he apreciado yo.
Otra opción es el indudable afán de dar felicidad a los hijos: si yo he sido muy feliz con este peluche, se lo daré a mi hijo para que él también lo sea. En cualquier caso, poner a sus queridos juguetes en manos de sus hijos es, para estas personas, una oportunidad de afianzar los lazos familiares al fortalecer un imaginario común y, ¿por qué no?, una nueva oportunidad para volver a jugar con sus juguetes.
Una nueva vida
En algunas personas existe la vocación de dar a sus queridos juguetes una segunda oportunidad, a lo Toy Story: esta muñeca es preciosa, me ha dado muchos ratos felices y se mantiene en perfecto estado, voy a darla a alguien que la sepa querer tanto como la he querido yo.
Desde luego, cuando se tiene un aprecio tan especial por un juguete, no se regala a cualquier persona, no se dona a una organización cualquiera, sin más. Se busca a alguien que pueda adoptarlo como si de un ser vivo se tratara. Alguien con quien, preferiblemente, se pueda seguir la pista a ese cochecito o a esa muñeca que goza de tanta estima.
De allí que la búsqueda de un hogar para los juguetes pueda tomar años y, a veces, toda la vida. Muchos sobreviven mudanzas, separaciones y, por supuesto, cribas en busca de la limpieza y el orden. Algunas personas incluso elaboran previamente el perfil del heredero, lo cual nos lleva de vuelta al primer punto de este artículo: cuando tenga una hija, le daré mis peluches.
Objetos de apego
Entrando más en profundidad en la interpretación psicológica de aferrarse a un juguete de la infancia, nos encontramos con la definición de “objeto de apego”, que según los especialistas es todo aquello cuya presencia nos resulta tan confortable que es capaz de ayudarnos a reducir la ansiedad ante situaciones complicadas.
Un objeto de apego muy común son los juguetes de la infancia. Aunque en la mayoría de las terapias se intenta que el paciente enfrente sus emociones y sus situaciones sin ningún apoyo externo, en casos muy extremos donde el propio desasosiego dificulta avanzar en la recuperación, se puede sugerir al paciente abrazar un peluche o una almohada en los momentos en los que experimenta un pico de angustia, algo que muchas personas acostumbran de manera innata, sin haber pasado nunca por la consulta del psicólogo.
Una forma de culto
Hay hobbies para todos y, uno de ellos, tiene que ver con coleccionar juguetes o, incluso, con jugar con juguetes aun en la edad adulta. Por un lado, existe una gran cantidad de personas que guarda con mimo sus juguetes de la infancia y aumenta la colección año tras año en un ejercicio de orden y método. Pero no todos son coleccionistas.
Una búsqueda en YouTube puede llevarte a canales donde personas adultas cuentan con juguetes nuevos y antiguos y graban en vídeo sus sesiones de juego. Desde la eterna Barbie y esas míticas tropas de soldaditos monocolor, hasta las ediciones más modernas de peluches con sonido de Peppa Pig o La Patrulla Canina, hay vídeos de juegos para todos los gustos. ¿Diagnóstico? Está de moda, es tendencia, Internet lo ha vuelto a hacer…
Contenido elaborado por TherapyChat, servicio de psicología online.
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