Esa manera de sentirte además va haciendo que incluso muchas otras cosas vayan mal. Suceden pequeños o grandes inconvenientes, discusiones, se estropeen cosas… Y todas estas situaciones verifican y acentúan aún más ese sentimientos de “víctima” y propician que entres en la queja, la desilusión y veas las cosas más negras.
Cuando pasan estas cosas podemos o bien sentirnos culpables y sentir que “algo estoy haciendo yo mal para que todo esto suceda” o que se activen un montón de pensamientos, creencias o patrones antiguos adquiridos y limitantes que te posicionan el discurso como “la vida es muy dura” “todos los hombres son unos egoístas”…
Este círculo vicioso que empezó seguramente con algún pequeño contratiempo, algo que no salió lo bien que esperábamos, se va haciendo cada vez más y más grande.
Un ejemplo muy claro se suele ver en las relaciones de pareja. De pronto el uno de ellos hace algo mal o diferente a como el otro esperaba, y se decepciona, grita a su pareja o le hace sentir de algún modo que eso no le ha gustado nada. En ese momento, la otra parte de la pareja se siente mal, insuficiente, incapaz de complacer, culpable… Y se acaba aislando.
La parte que inicialmente se había sentido ofendida y que espera que se le compensara con más amor o atención, siente ese frío, ese distanciamiento y se siente aún menos amada que con el primer fallo. Es el momento en el que empiezan las quejas de pequeñas cosas, los sentimientos de inseguridad… Es el camino hacia la destrucción.
Consejos para dejar el lado de la autodestrucción
Lo primero que es necesario entender es que la mayoría de nuestras reacciones son proyecciones de cosas antiguas como resultado del dolor del pasado, especialmente de la niñez. Así que cuando una de las partes se sienta no amada porque la otra se había equivocado es por un lado normal y por el otro el resultado de un recuerdo o creencia antigua con respecto al amor, a las relaciones. Es una herida propia que solamente se está reactivando.
Si entendemos esto, podemos dejar de ser “víctimas” y dejar de culpabilizar al otro, para así soltar el sufrimiento innecesario y detener el ciclón que nos arrastrará al camino destructivo. Esto no es tan sencillo porque para ello necesitamos tener las ganar de no caer en la trampa de las respuestas conocidas de nuestro cerebro, conocernos y entendernos para ir curándonos y en vez de reaccionar, dar una respuesta a las situaciones amorosa y coherente, donde los dos crezcan y se evite el sufrimiento.
Por otro lado, necesitamos amarnos y perdonarnos. Perdonarnos nuestras reacciones, nuestras equivocaciones y permitirnos ser humanos y aprender siendo amables y amorosos con nosotros mismos y los otros.
La clave está en tratar de ser consciente, amorosos con nosotros mismos y perdonarnos lo antes posible para así liberarnos; porque cuando nos sentimos culpables siempre buscamos un castigo y éste siempre es no permitirnos todo lo bueno de la vida, sea el amor, el dinero, la salud o aquello que nos hace feliz. El perdón y el amor son tus mayores herramientas de transformación para dejar de caminar por el camino destructivo.
Artículo elaborado en colaboración con Idoia Berridi, nutricionista, life coach y naturópata. Autora del Libro Método BeLove
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