Nadie hace nada por nadie. Esta frase puede parecer muy dura, pero es muy hermosa y de gran ayuda si se comprende profundamente. Cada persona es un mundo, literalmente. De hecho, el mundo que yo percibo y vivo solo se parece al tuyo en algunos aspectos. Experimentamos la vida a través de nuestras interpretaciones, basadas en nuestros principios, valores y creencias. Estamos constantemente emitiendo juicios y poniendo etiquetas a todo lo que nos rodea basados en este software interior, hasta tal punto, que ni siquiera somos conscientes de ello. Esta es la razón por la que una misma cosa puede resultar una bendición para una persona y un desastre para otra. La misma cosa o la misma situación.
Todas tenemos necesidades que intentamos cubrir de una u otra forma. Cada vez que actuamos, lo hacemos para cubrir una necesidad. Aunque hay muchas teorías sobre las necesidades humanas, me quedo con la teoría de las 6 básicas que expone Tony Robbins:
- Seguridad
- Inseguridad
- Reconocimiento
- Conexión
- Crecimiento
- Aportación
Cuando haces algo, lo haces para cubrir una necesidad tuya, es algo que tiene que ver con tu mundo y con lo que te aporta esa acción a ti. Si le das una limosna a un mendigo, lo haces porque eso te hace sentir bien a ti. Por supuesto que al mendigo le viene divinamente, y puedes creer que tu motivación está en el bocadillo que se va a comer, pero lo que te mueve a actuar es que tú te sientes bien al hacerlo. Si cada vez que te acercaras a un mendigo te cayera un cubo de agua helada encima, muy probablemente no te acercarías, y el mendigo sigue necesitando el bocata.
De la misma manera, cuando alguien te agrede, lo hace porque tiene la necesidad de hacerlo, y no tiene nada que ver contigo. Tú puedes ser una santa, da igual como seas, esa persona tiene la necesidad de decirte que eres un diablo porque necesita reconocimiento, o porque tiene miedo, o vete tú a saber... Por supuesto esto no significa que debas tolerar cualquier cosa, ni mucho menos. Lo único importante es que tú sepas quién eres, porque en ningún caso eres una persona diferente en función de quién se dirija a ti. Leí una frase hace un tiempo que me encantó:
“- ¿Tú qué haces cuando alguien te trata mal?”
- Me trato bien y me voy”.
Si comprendemos esto, agradeceremos a la vida que alguien tenga un buen detalle con nosotras, que de alguna manera estemos ayudando a esa persona a cubrir su necesidad y que eso nos haga sentirnos bien, y no nos enfadaremos cuando no lo tenga, ya que sabremos que no tiene nada que ver con nosotras, que no es nada personal.
Pon los límites que consideres oportunos, pero no te tomes las cosas personalmente. De esta manera, no permitirás que las necesidades de otros manipulen tu propia vida.
Artículo realizado por Úrsula Calvo Casas, creadora del método Yo ahora, instructora de meditación, experta en Inteligencia Emocional y fundadora del Úrsula Calvo Center (Madrid)
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