Cuando embalamos nuestras pertenencias al realizar una mudanza no sólo estamos metiendo objetos en cajas de cartón: son nuestros recuerdos, nuestras vivencias, los momentos felices y los años vividos. El hecho físico de empaquetar nuestra vida trasciende y nos lleva a un momento psicológico de pérdida: dejamos lo conocido y trasladamos nuestra existencia a otro lugar. Y a esa pérdida, asegura la terapeuta Verónica Rodríguez Orellana, sumamos la incertidumbre de lo que vendrá
El estrés que nos produce la mudanza variará según sea de cambio de oficina, de barrio, de ciudad e incluso de país. En este impacto emocional que sufrimos operan muchos factores estresantes y de ahí que la mudanza esté considerada uno de los grandes factores de estrés, junto a la pérdida de un ser querido y al divorcio.
Mudarse significa romper con un modo de vida, con determinados hábitos, un entorno familiar y, aunque puede corresponderse con una necesidad de cambio de proyecto de vida, a veces se asocia al miedo de no reencontrar lo que se deja. Lo conocido nos ofrece seguridad, mientras que el abandono de estas garantías nos genera angustia ante lo desconocido.
Los preparativos para el traslado implican un pequeño viaje al pasado. Nos obliga a recorrer gran parte de la historia propia y familiar, a repasar lo acumulado. Se requiere mucho tiempo mental de organización y también de esfuerzo físico para desarmar algunos muebles, hacer cajas y, literalmente, desmontar una casa para montar otra.
La mudanza cuando hay niños
Con niños pequeños la mudanza puede ser muy complicada. Hay que prepararlos para afrontar los cambios, implicarlos lo máximo posible y solicitar el apoyo de familiares para que los cuiden el día de la mudanza. Es recomendable tener snacks, bebidas y métodos de entretenimiento para los peques, sobre todo si la mudanza va a ser a una distancia larga y con prolongadas esperas.
Prepararse para dar una vuelta de tuerca a nuestra vida sin tirarnos de los pelos supone conversar con la familia, digerir cada cambio y, una vez en el nuevo hogar, tomarse un tiempo para adaptarse. Se puede reducir el estrés con herramientas adecuadas de organización y control de situaciones caóticas. Recuerda que la organización es el mejor antídoto contra el estrés en una mudanza.
¿Cómo planificar una mudanza (y no morir en el intento)?
Nuestra terapeuta nos da algunas claves para que sepamos gestionar nuestro tiempo y nuestros nervios en este momento de nuestras vidas:
Es imprescindible que preparemos una carpeta para archivar presupuestos. Además, debes considerar si necesitarás cajas, cestas u otros elementos de almacenamiento e ir haciéndote con ella. Es muy importante que almacenes los objetos según la habitación a la que pertenezcan y etiquetes las cajas para saberlo. Después, programa la desconexión/ conexión de los servicios en el antiguo y nuevo domicilio y haz una selección de aquellos muebles que llevarás contigo y los que ya no te harán falta. Con estos últimos, puedes montar una feria americana para donar y vender lo que no necesites.
También tendremos en cuenta que, una vez que estemos asentadas en nuestro nuevo hogar, debemos comunicar nuestra nueva dirección a las entidades o las personas que consideremos necesario. Y por último, con estos consejos aplicados, solo nos queda construir nuestro nuevo hogar con confianza y optimismo. ¡Un nuevo mundo se abre ante ti!
Artículo realizado en colaboración con la terapeuta Gestalt Verónica Rodríguez Orellana, Directora de Coaching Club.
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