Estrés... Esa palabra que usamos para todo: cuando estamos cansadas, preocupadas o cuando no llegamos a tiempo con nuestras obligaciones . Este término parece ser nuestro habitual comodín para todas las circunstancias en las que nos vemos agobiadas o simplemente apremiadas. Pero, ¿qué queremos decir exactamente con estar estresadas?
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define el término como la “tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves.” Nos introducimos así en el terreno de la medicina, ya que su significado alude a una posible enfermedad. Estar agotada, activa, alerta para cumplir con nuestras obligaciones no significa estar estresada. Y es que, ¿cómo vamos a disfrutar de destinos tan maravillosos como estos cuando estamos estresadas?
De hecho, eso que entendemos por estrés muchas veces podría llegar a ayudarnos a mantenernos alerta y desarrollar diversas labores de forma más efectiva. El problema surge cuando ese estado de alerta, de nerviosismo excesivo, con ansiedad a veces, persiste en los días previos e incluso durante las vacaciones. ¿Qué nos está ocurriendo? ¿Cómo podemos ponerle solución?
¿Cómo nos puede ayudar una pequeña escapadita?
El periodo vacacional está pensando para el descanso, para recargar las pilas y meditar de qué manera dedicar más tiempo a nosotras mismas y a nuestros acompañantes. Cuando decimos que vamos a hacer una escapada, la palabra 'escapar' hace referencia a esa forma de ausentarnos del trabajo o huir de una situación personal que nos tiene colapsadas y para la que necesitamos algo de distancia.
Sin embargo, esto que denominamos estrés vacacional se puede dar también entre las adictas al trabajo, por motivos muy diferentes a los anteriores. Resulta fácil detectar mediante una terapia de coaching a las personas para quienes su vida laboral lo es todo. Los adictos al trabajo viven el periodo vacacional con muchísima ansiedad. Ya antes de partir son víctimas de pensamientos catastróficos: 'nadie lo hará como yo' o 'La oficina será un caos sin mí'. En casos así, el pensamiento debe ser delegar, delegar y delegar. Esta es la receta mágica para acabar con las negativas que nos impiden disfrutar de un merecido descanso.
Un cambio en la rutina es estresante pero necesario
Sin embargo, más allá de casos específicos, es cierto que al común de los mortales le supone cierto desasosiego un cambio de rutina. Sobre todo cuando se trata de planificar, pedir presupuestos, pensar en viajes y, todo ello, multiplicado cuando hay niños de por medio. Muchas de las decisiones que tomamos antes de ir de vacaciones se hacen de forma precipitada y esto es uno de los principales factores que nos generan ansiedad.
Sin embargo, abandonar la rutina es una necesidad, una forma de preservación y recuperación personal. Es necesario despejarse y salir de nuestro esquema habitual. Para hacer esa escapada necesaria y que los nervios no te jueguen una mala pasada, toma nota de las siguientes recomendaciones de nuestra terapeuta:
- Planificar el viaje con el tiempo suficiente.
- No contemplar las vacaciones como la solución a una crisis de pareja.
- Desconectar y establecer límites con el trabajo.
- Evitar el uso abusivo de aparatos tecnológicos.
- Dedicar tiempo a actividades placenteras.
- Fomentar la comunicación con la familia, pareja o amigos.
- Llevar una alimentación equilibrada.
- Dormir ocho horas diarias.
- No auto imponerse nada de manera radical
- Intentar que la vuelta a la rutina sea de manera gradual.
Tips para controlar el estrés en vacaciones
Si a pesar de todo, has llegado muy cansado y con una gran carga emocional a tus días libres y sientes que no puedes controlar el nerviosismo y que no disfrutas, apunta estas pequeñas recomendaciones:
- Primero, disminuir la velocidad de la respiración. Tomar conciencia de cómo estamos respirando. Normalmente inhalamos 16 veces por minuto. Relajados, podemos llegar a 4. Con ese ritmo, es imposible estar tenso.
- Después, aunque suene como un cliché, tomarse cinco minutos para mirar al cielo,vaciar la cabeza de eso que nos ocupa y concentrarse en algo liviano.
- Tomarse un tiempo para recuperarse después de cada meta alcanzada, antes de empezar con la próxima.
- Finalmente, tomar distancia con lo que nos pasa. Si no puedo con todo lo que tengo que hacer, ¿es tan grave? ¿Va ser importante dentro de cinco años? ¿Qué consecuencias puede tener?
Por supuesto, si el malestar llega a convertirse en algo que te paraliza o te impide realizar tu día a día normal, debes consultar con un especialista o apuntarte a un proceso de coaching que te dé los recursos necesarios para conocerte y ponga a tu disposición herramientas para gestionarte emocionalmente.
Artículo realizado en colaboración con la terapeuta Gestalt Verónica Rodríguez Orellana, Directora de Coaching Club.
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