Seguro que cuando empieces a leer a continuación, si no te identificas a ti misma, sí que vas a pensar en alguien concreto de tu entorno que encaja perfectamente en el perfil de "foodie hambrienta". Pero antes, no te pierdas estos magníficos platos típicos de España con los que viajar por las distintas regiones del país y que seguro que te abrirán el apetito.
1. Necesitas estar siempre cerca de un lugar donde sirvan comida
Pasar un día entero en la calle es algo que tienes que planificar al milímetro. La espontaneidad y el momento "ya vamos viendo" no forman parte de tus planes y necesitas asegurarte de que, donde quiera que vayas, haya un sitio donde comer o poder comprar comida. De lo contrario, se corre el riesgo de tener un Godzilla suelto por la ciudad...
2. El hambre es REAL
¿Cuándo fue la última vez que comiste? ¿Cinco horas? ¿Diez minutos? Quién sabe... El tiempo es poco más que un concepto abstracto cuando solo Dios sabe cuánto tiempo hace que comiste.
3. Una porción de algo nunca es suficiente
Ya se trate de unas croquetas o de un helado, tú tienes que comer todo lo que puedas. ¡Hay que tener reservas de energía! Si hay sabores distintos, por supuesto, tienes que probarlos todos, no sea que te conformes con algo de lo que hay una versión aún mejor. ¡Lógicamente!
4. Planeas tus viajes teniendo en cuenta qué comida típica te apetece más probar
La condición que pones cuando te vas de viaje con alguien es ir a un sitio en el que haya buena comida y en abundancia. Si hay piscina, tiendas, bosques o castillos es secundario.
5. Tienes que matarte en el gimnasio
Cuando tienes tal necesidad de comer, debes saciarte y eso significa que tienes que mantener a raya los kilos de más. Por eso, no perdonas el ejercicio físico para poder comer lo que quieras y que no te pase luego factura.
6. Comer fuera siempre significa llevar pantalones elásticos
Cuando sabes que vas a comer fuera, uno de los principales factores a tener en cuenta a la hora de elegir lo que ponerte es la comida. Sabes de sobra que un vestido pegado no es lo más práctico ni lo idea para poder dar rienda suelta a tu adicción a la comida. ¡Donde estén unos pantalones elásticos con los que poder hincharte a comer...!
7. Nunca compartes tu comida
Tu lema a la hora de comer es "arrasa con lo que veas y generosa no seas". Sí, así, al más puro estilo Piratas del Caribe, tú la comida no la compartes bajo ningún concepto. Eso sí, cuando se trata de probar del plato de los demás, tu tenedor va raudo a ser el primero.
"¡Joey nunca comparte comida!".
8. Tu Instagram está repleto de comida
Sí, donde haya comida, ahí estás tú presente. Ya sea en la vida real o en el universo digital de las redes sociales. No hay mejor visión que la de una cuchara partiendo un coulant de chocolate para luego ver cómo va saliendo de su interior todo el chocolate fundido, mientras se mezcla con helado de vainilla y sirope de chocolate...
9. Siempre tienes un alijo de comida en tu bolso
Dentro de tu bolso hay un bolsillo reservado para el pintalabios, otro para el móvil y el resto libre (a excepción de la cartera, claro está) para poder almacenar tus múltiples tentempiés o snacks, no sea que te surja un imprevisto durante el día y no tengas qué llevarte a la boca. ¡Nadie querría ver en qué clase de monstruo de las galletas te transformarías!
"Si no tengo mis tentempiés, me pongo de muy mal humor".
10. La gente se piensa que eres una máquina de comer
Si hay algo con lo que sueles impresionar a todo aquel que te conoce por primera vez, eso es la comida. Ver cómo te comes un plato entero de risotto de marisco y aún tienes ganas de postre deja a todos con la boca abierta. Sin duda, una buena de hacer amigos. ¿Quién no querría estar en el grupo de una foodie?
11. Tirar comida te pone de muy mal humor
Eres de las que no puede ni ver cómo los demás dejan comida en sus platos porque están ya llenos y tú sabiendo que eso va a terminar en la basura. No, no, no. Si hace falta que te lo comas tú, ¡pues haces el sacrificio! ¡Qué se le va a hacer! Todo sea por aprovechar la comida...
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