Desde el momento en el que nos encontramos ante una situación difícil, una gran cantidad de pensamientos negativos nos asaltan de forma automática: «No lo voy a conseguir nunca», «Mi opinión no le interesa a nadie», «Si le pregunto algo le molestaré», «Se mofarán de mí», etc. El miedo al ridículo y el temor a que el resto nos juzguen nos paraliza. Analiza cada una de las ideas anteriores y reconsidéralas objetivamente. ¿Realmente crees que todas las miradas se posarán en ti para intentar captar el más mínimo paso en falso? Sé realista, no eres el ombligo del mundo.
Relájate
Sudor, temblores, rubor... En cuanto debes enfrentarte a una situación intimidatoria tus emociones toman el control de tu persona y te paralizan. Como resultado, pierdes sistemáticamente todas tus capacidades. Tienes que poner fin a esto, no puedes permitir que las emociones te manipulen. Así que intenta relajarte, respira tranquila y piensa en cualquier cosa agradable y que te calme para hacer que la presión disminuya.
Aprende a quererte
El origen de la timidez es la falta de confianza en uno mismo. No quieres exponerte a la mirada del resto porque crees que no vales nada, que no interesas a nadie, que molestas, etc. En fin, que no te quieres en absoluto. Pero si cambiaras la percepción que tienes de tu persona, quizá te daría menos miedo reafirmarte. Deja de menospreciarte y rebajarte y sé consciente de todas tus cualidades. Enumera todos tus puntos fuertes y no olvides recordarlos cuando dudes de ti misma.
Exponte ante situaciones que temes
El mejor método para cambiar es ponerse a prueba. Si sólo haces que evitar las situaciones que te producen ansiedad, no progresarás nunca. Responsabilízate del problema, enfréntate a tus miedos, pero hazlo poco a poco. Empieza imponiéndote pequeños desafíos cotidianos, por ejemplo: «Esta semana cuando la panadera me atienda, en lugar de bajar la mirada, le dedicaré una sonrisa» o «Mañana le preguntaré la hora a un desconocido». Aumenta la dificultad de tus pequeñas proezas. A fuerza de practicar, ganarás seguridad y soltura.
Pide ayuda si la necesitas
Si estos simples consejos no te ayudan a acabar con la timidez, recurre a un profesional. En estos casos, se recomiendan métodos de desarrollo personal, es decir, terapias de comportamiento y cognitivas cuyo objetivo es guiar al paciente en la vía de la afirmación de sí mismo gracias a todo tipo de ejercicios y simulaciones.
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