Primera hora de la mañana del lunes. Estás ocupada con tus tareas, organizando la semana con ilusión y, entonces, recibes una llamada, un mail o un mensaje de texto de Joaquín… No es algo urgente y sabes que no te va a permitir focalizarte en lo que estás haciendo. Aun así, lo atiendes. Y, como siempre, Joaquín está mal. Se encuentra mal por el mismo problema que ya te había comentado la semana pasada, y la anterior, y hace un mes… sigue en bucle y no consigue salir de la queja.
Probablemente, ya le has dado tu punto de vista en más de una ocasión, has intentado ayudarle a encontrar una solución, pero parece no escucharte. Tal vez estés ante un “vampiro del tiempo”.
¿Qué hacen los vampiros del tiempo?
Acuden a la queja
Pese a que puede parecer una forma de desahogo, en realidad es reavivar constantemente el fuego. No hay forma mejor de revivir y alimentar una situación desagradable que quejándose de ella. Además de bloquear las posibles soluciones, consume mucha energía, tanto del que la emite como del que la escucha. Puedes ser empático y ayudar si es necesario, pero ¡no dejes que sus quejas te roben tu tiempo y tu energía!
Llevan consigo cargas emocionales negativas
Las emociones como la tristeza o el enfado, si se saben gestionar, pueden ser muy útiles para detectar nuestras áreas de mejora y para resolver algunos conflictos, tanto internos como externos. En el fondo son simples indicadores que nos mueven a la acción
Sin embargo, una mala gestión lleva a una emoción puntual a convertirse en un estado emocional y, finalmente, en una carga emocional negativa. Esta carga es muy pesada, y solemos caer en la tentación de pretender que otros cojan una parte del peso, sin darnos cuenta de que esto no hace sino aumentar la carga de ambos. El resultado es una relación incómoda y, sobre todo, contraproducente.
Estate atenta y observa si la persona está inmersa en la culpa o el resentimiento, que son las principales cargas emocionales.
Son personas negativas
Recalcan continuamente los aspectos desagradables de las cosas, permaneciendo ciegos ante los agradables o positivos. Tienden a ver el vaso medio vacío en vez de medio lleno. Cuando se encuentran en este estado interno de negatividad, sienten que la vida les agrede, que el mundo “les tiene manía”, y sus palabras van en esta línea de pensamiento. Parece que todo les sale mal. Y es que este estado arrasa con su vitalidad y su capacidad de enfrentarse a los retos. Y transmiten esa negatividad a todas las situaciones. ¿Cuál puede ser el resultado?
Muy probablemente Joaquín no sea consciente, pero las repercusiones que tiene esta actitud en su calidad vida son devastadoras… No permitas que merme la tuya.
¿Cómo podemos ganar tiempo y no desperdiciar nuestra energía?
Si ya has pensado en alguien que esté tomando esta actitud, probablemente ya sabrás que los consejos suelen ser inútiles. Cuando tratas de ayudar de esta forma, entras dentro de su “clima”. Es como tratar de ayudar a alguien que se está ahogando sin saber nadar… Lo más probable es que no sólo no le salves, sino que te agotarás a ti misma y llegarás a ahogarte con él.
La clave está en saber poner límites. Decir “no” cuando toque, de manera asertiva, y mostrarle a la persona que no siempre estarás disponible. Planifica otro momento, en el que estés más tranquila, para dedicarle un rato a esta persona si te necesita. Si quieres ayudarle, ponte en su lugar durante un breve espacio de tiempo, lo suficiente como para entender su malestar y transmitirle comprensión. Y sal de ahí en seguida, con o sin él. Dile claramente que le entiendes, pero que sólo le podrás ser de utilidad si te permite ayudarle a encontrar el lado positivo o el aprendizaje que se oculta en esa situación. Si no lo acepta, puede que no tenga el más mínimo interés en resolver realmente su situación. Ayúdate dejando de perder tu tiempo. Ayúdale no participando en su “drama”.
Te ayudará mucho hacer previamente algún ejercicio de asentamiento, como visualizaciones o una meditación Metta, que te coloquen en un estado de paz y armonía interna difícil de perturbar. No sólo evitarás consumirte, sino que puedes cambiar la dirección del contagio emocional: trasmite tu energía positiva y quizá poco a poco notes cómo la persona cambia su estado cuando está contigo, ¡sin dejarte la energía en ello!
Con un poco de paciencia y de práctica puedes conseguir resultados maravillosos para ti y los que te rodean
Artículo realizado por Úrsula Calvo Casas, creadora del método Yo ahora, instructora de meditación, experta en Inteligencia Emocional y fundadora del Úrsula Calvo Center (Madrid)
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