A muchas personas les cuesta recibir amor, ya sea a través de un regalo, una ayuda o cualquier otra muestra de cariño. No son capaces de aceptarlo desde el primer instante y le restan valor. Esta actitud tiene muchas consecuencias, tanto en nuestra relación con nosotros mismos, como en nuestras relaciones con los demás.
Piensa ahora, ¿cuántas veces nos sentimos incómodos cuando recibimos un regalo o algún tipo de ayuda? ¿Cuál suele ser nuestra reacción? “No te preocupes, no hace falta”, “No tenías por qué hacerlo”, “De verdad, no era necesario…”
Y, ¿qué nos dices de cuando alguien, simplemente, nos hace un cumplido?
- “¡Qué guapa estás hoy!”
- “¡Qué va! ¡Estoy horrible! ¡Mira qué pelos!”
Si estas situaciones te resultan familiares, eso significa que a ti también te cuesta permitir que los demás te demuestren su amor.
Recibir está fuera de nuestra zona de confort y nos resistimos a ello. Reaccionamos como lo hacemos porque nos sentimos vulnerables y, muchas veces, culpables. ¿Por qué?
Es muy probable que de niños nos hayan enseñado a dar, a compartir, pero que nadie nos haya enseñado la importancia de recibir. Y muy posiblemente hayamos instalado en nuestro subconsciente la creencia de que “cuando recibo, quito”. Esta creencia nos limita y nos puede generar sentimiento de culpabilidad. Sin embargo, no tiene sentido. ¿Quién se siente robado cuando ofrece?
Cuando regalamos, ayudamos o damos muestras de cariño, no lo hacemos porque la otra persona sea débil o vulnerable, sino porque nosotros nos sentimos capaces, fuertes, seguros y llenos de amor. Tenemos la necesidad de abrir nuestros brazos y nuestro corazón. Aceptar ese regalo, ayuda y cariño es dar la oportunidad al otro de realizarse de alguna manera.
Porque la importancia de dejarnos querer trasciende nuestros motivos individuales: es una fuerza natural imprescindible. Sabemos que existe en la naturaleza un flujo constante de energía del que formamos parte. Un intercambio de energía continuo que se muestra evidente en el dar y recibir, dos aspectos del mismo flujo.
El amor forma parte de esa energía que necesita intercambio. Si bloqueamos el flujo de esa energía, experimentaremos el estancamiento en forma de “cansancio emocional”: nos sentiremos agotados, débiles, solos, incomprendidos y desmotivados en nuestras relaciones con los demás.
La clave para no sólo dejar de bloquear esa maravillosa energía, sino de acelerar su movimiento, es la aceptación inmediata con gratitud: dejarnos querer sin condiciones. De este modo, seremos capaces de sentir el amor que damos y que recibimos con mucha más intensidad.
Y es así de sencillo:
- “¡Qué linda estás hoy!”
- “¡Sí!, ¡gracias!”
Artículo realizado por Úrsula Calvo Casas, creadora del método Yo ahora, instructora de meditación, experta en Inteligencia Emocional y fundadora del Úrsula Calvo Center (Madrid)
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