Una de las mayores necesidades del ser humano es la de sentirnos amados y vistos. Ya cuando somos niños queremos agradar a nuestros padres para que nos quieran, nos valoren y nos consideren dignos de su amor. Los niños hacen las gracias necesarias, o estudian más o practican deportes que no les gustan demasiado pero que gustan a sus padres… También lo hacen a las malas aunque parece increíble llamando la atención portándose mal, lo que sea con tal de ser vistos y sentir que son importantes para sus padres.
Cuando somos adultos esto no cambia tanto como creemos, la mayoría de las personas siguen necesitando la aprobación externa para sentirse válidos y siguen esperando el amor fuera.
Vivimos un momento de grandes contrastes. Por un lado, hay un alto porcentaje de la sociedad comprando compulsivamente lo que se supone que se lleva en ese momento, lo que está a la moda, se comparan con el modelo social de belleza y estatus , de lo que imponen como interesante, valioso, especial y que quieren que sigamos y seamos sin importar lo que uno mismo siente o quiere. De esta forma, se olvida por completo que cada uno somos únicos y especiales tal y como somos y tenemos nuestra forma propia de hacer las cosas, de vestir y de vivir.
Parece que a cierta edad hay que casarse, tener hijos, tener el coche del momento… Si no, parece que has fracasado, que no estás a la altura ni cumples con las expectativas generales impuestas, como si hubiera que vivir la vida de una forma concreta para sentirnos válidos, exitosos y felices. Como si tuviésemos que hacer lo que hacen los demás para pertenecer a la sociedad, para ser bien vistos, valorados y dignos de respeto. Como si uno no tuviese la libertad de vivir su propia vida como quiere sin dañar a nadie y eso ya fuese suficiente para ser mirados con respeto.
Tampoco es que los que se rebelan vistiendo distinto, de manera radical, o viven de manera completamente distinta a lo bien visto socialmente sea mucho mejor. Si esto surge desde un lugar interno de rebeldía , como los niños que decía que llaman la atención a las malas, es un acto inconsciente que surge de la necesidad interna de ser vistos como especiales, importantes...
Y luego afortunadamente hay un grupo cada vez más grande de personas interesadas en su crecimiento personal, en su salud, en el planeta y en ser quien son, hacer lo que sienten y les gusta, en aportar su luz al mundo.
Y, ¿qué podemos hacer para ser libres?
El paso más importante es desarrollar una buena autoestima porque cuando uno se ama no necesita tanto que los demás le amen, gustarles, ni llenar ningún vacío interno con nadie. Necesitamos aprender a ver nuestra luz, nuestras cualidades, valorar nuestro ser y sentir verdadero amor por quien somos y lo que hacemos en cada momento.
Lo siguiente que necesitamos hacer es enfocarnos más en lo que nos gusta, en lo que nos hace feliz y lo que queremos. Se trata de dejar de perder el tiempo de la vida intentando cumplir las expectativas de los que nos rodean. Primero porque no vamos a poder lograrlo, nunca vamos a ser capaces de agradar a todo el mundo, pues cada persona ha recibido una educación y ha vivido unas experiencias que le hacen tener unas ideas concretas de lo que está bien y lo que está mal.
Si lo intentamos seremos como títeres que dependen de una mano externa para ser movidos. Si me dicen que soy maravillosa me siento bien y si me dicen que soy una fracasada me siento mal. ¿Realmente estás dispuestas a poner tu felicidad en manos de los demás?, ¿quieres seguir creyendo lo que dicen más que lo que tú sabes que eres?
Mientras nos concentramos en lo que nos hace felices, en lo que somos buenos y en lo que podemos aportar al mundo, sea lo que sea, nuestra energía y nuestros pensamientos están puestos en nosotros y eso nos hace sentir plenos, más conectados con nuestra esencia, con nuestra intuición y somos libres.
¿Hay algo más satisfactorio y que dote más a la vida de sentido que sentirte libre y digna de amor tal y como eres? ¿No sería genial que todos nos respetásemos siendo totalmente distintos y que viésemos en ello la belleza y la original forma que tiene la vida de ser abundante y divertida?
Para ello, primero tenemos que entender que estamos a salvo siendo distintos y cuando los demás lo son. Después, aprender a darnos permiso a ser y amar lo que somos para ser un ejemplo para que otros también se sientan libres de hacerlo.
Cada vez que te preocupe lo que otros piensan imagina que tienes delante de ti a la niña que fuiste, sonríele y dile ¡a mí me gustas tal y como eres!
Artículo elaborado en colaboración con Idoia Berridi, nutricionista, life coach y naturópata. Autora del Libro Método BeLove
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