En los últimos años, hemos incorporado una serie de hábitos relacionados con las redes sociales a nuestra vida . Uno de los avances tecnológicos que más han influido en nuestro día a día han sido, sin duda, las redes sociales. Las revisamos de media 2 o 3 veces al día y no imaginamos algunas actividades cotidianas sin un smartphone cerca con el que poder compartir lo que estamos viviendo. Su utilidad es innegable, sin embargo, también han cambiado nuestra manera de entender sentimientos como el amor o la amistad. Y es que, ¿cuántos quebraderos de cabeza nos dan en lo que se refiere a las relaciones de pareja?
Ya sea en un momento dado de la relación de pareja o recién terminada, merece la pena que nos detengamos en la parte obsesiva que despiertan las redes sociales en nosotras. Una obsesión que llega a convertirse en espionaje. Parece lógico pensar que cuando dejamos una relación de pareja de forma más o menos traumática o conflictiva, deberíamos borrar el perfil de nuestro ex de todas las redes sociales en las que podamos tener contacto con él. Pero, ¿por qué no somos capaces de hacerlo?
¿Por qué nos negamos a pasar página?
Sin embargo, ¿por qué no podemos borrarlo? ¿Por qué nos engancha saber qué está ocurriendo con la vida de la otra persona a pesar del daño que esto puede causarnos? Todo reside, según nos cuenta nuestra experta, en la necesidad de pertenecer al grupo o de formar parte de la vida de alguien. Esta actitud hace muy complicado asumir la pérdida o separación.
Por otra parte, entra en juego el miedo a sentirnos desplazados y los sentimientos de celos que nos invaden cuando sospechamos que la otra persona ha sido capaz de rehacer su vida. En definitiva, todo reside en ese miedo tan humano a sentirnos solos.
Las redes sociales, el espejo de lo que nos gustaría ser
Las redes sociales son la exposición perfecta de esa vida con la que fantaseamos y que no queremos perder. De ahí viene nuestra necesidad de espiar para sentirnos parte de aquello que ya no tenemos. Así, las redes sociales colaboran en un proceso en el que se vuelve muy difícil cerrar el círculo y asimilar la ruptura. Saber cómo continúa la vida de la otra persona nos hace pensar en ella, a través de la crítica o de la añoranza, de manera que nunca podemos vivir el momento de duelo que sigue a toda ruptura.
Para evitar caer en este bucle, el mejor consejo que podemos seguir es centrarnos en nosotras mismas y cuidarnos en este aspecto. No sirve de nada que alimentemos ese daño, muchas veces tergiversado por nuestros propios sentimientos. Y es que esas mismas redes sociales en las que proyectamos lo que queremos ser, ni siquiera son fuentes fiables de información y muchas veces solo sirven para alimentar un imaginario en el que están patentes nuestros miedos e inseguridades.
¡Permítete a ti misma avanzar!
Artículo elaborado en colaboración con la psicóloga clínica, psicoterapeuta sexual y de pareja Cristina Noëlle (noelle.cristina@gmail.com)
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