Este hábito puede originarse debido a una falta de organización en las tareas que tenemos que hacer y al mal uso del tiempo que tenemos disponible. Aunque a veces es normal y todas necesitamos un respiro, empieza a convertirse en un problema cuando es reflejo de una conducta evasiva en general.
Huimos de las tareas que son necesarias pero que no nos apetecen
En un estudio social del pasado año, el 58% de los encuestados afirmó tener una necesidad entre moderada y alta de ayuda para superar la procrastinación.
Normalmente en nuestro día a día tenemos más obligaciones que actividades que nos gustan. Vamos dejando pasar el tiempo antes de enfrentarnos -por fin- a lo que no nos apetece hacer y cargamos con el peso del estrés y la culpa, sabiendo que en algún momento tendremos que hacerlo, pero posponiéndolo hasta que ya no hay más remedio.
Por ejemplo, tenemos que lavar la ropa, pero nos da pereza y preferimos ver una serie en el ordenador. O tienes un examen y estás en Facebook o en Instagram, procrastinando, hasta que no tienes tiempo de ponerte a estudiar, o no queda más ropa limpia que ponerse.
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Causas de la procrastinación
La causa más común de la procrastinación es el principio del placer, según la teoría de Freud. Esa tendencia innata que tenemos todos los seres humanos a evitar el dolor y a buscar el placer hedonista de vivir. La procrastinación es más frecuente cuando se trata de tareas -desagradables o impuestas- que cuando se trata de tareas para las que la persona considera que no tiene suficientes habilidades tales como:
· Miedo a no superar el fracaso
· Ser muy perfeccionista
· Sentir una falta de satisfacción con la propia vida
· Pensar que en el futuro todo será más fácil que ahora
· No poder controlar la ansiedad
· Ser presa de la impulsividad
· La necesidad de las redes sociales y de estar conectado todo el tiempo
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Consecuencias de la procrastinación
· Disminuye el rendimiento en todas las facetas de tu vida.
· Parece que todo tu día sea una lucha a la que enfrentarse, en vez de disfrutar de la vida.
· Produce un círculo vicioso de decepción personal, depresión, ansiedad, baja autoestima, ADHD (síndrome de déficit de atención) y culpabilidad.
Cómo vencer nuestra tendencia a la procrastinación
· Intenta usar un lenguaje positivo en todo lo que vayas a hacer.
· Divide las tareas que te resulten complicadas, haciendo cada día un poquito.
· Piensa en porqué tienes que hacer las cosas, pensando en las ventajas que tiene para ti resolverlo ahora, para que en el futuro estés más descansado.
· Cuando hagas lo que no te apetece, pero sea necesario, regálate una recompensa, te lo mereces.
· Organiza una agenda para saber cuándo harás las cosas y respeta tus plazos.
· No te distraigas al hacer la tarea, apaga el teléfono, el ordenador para dedicarle plena atención, serás más eficaz y acabarás más rápido.
· Just do it, es decir Simplemente hazlo, porque es mejor resolverlo ahora, que estar con la lista de las obligaciones a cuestas todo el día.
Recuerda que el estrés viene dado en muchas ocasiones porque tenemos muchas cosas que hacer, pero no tenemos ganas de hacerlas y no hay manera de quitarnos de la cabeza “los tengo que”, que por otra parte nos pesan como una losa. Si cada semana planificamos lo que tenemos que hacer, podremos incluir los imprevistos del día, dando prioridad a lo que sea más necesario.
Es importante para nuestra salud emocional que tengamos una autoestima bien alta, que nos miremos al espejo y nos sintamos orgullosas de nosotras mismas, así que no te lo pienses más y apúntate a vivir una vida más fácil, no dejando para mañana lo que puedas hacer hoy, porque en ello está la clave de tu felicidad.
Artículo elaborado en colaboración con Roser de Tienda, doctora quiropráctica con especialidad en salud de la mujer y los niños.
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