El presentador Javier Cárdenas habló el pasado miércoles en su programa sobre el bulo de que las vacunas provocan autismo. Llegó a afirmar que el autismo se ha convertido en una epidemia y lo relacionó directamente con las vacunas. Ante esto, la pediatra Lucía Galán Bertrand no ha dudado en dar una respuesta contundente, pero muy correcta, desde su blog.
El post comienza dejándole saber que respeta profundamente su profesión y que puede imaginarse el peso que supone hablar ante millones de personas, pero también le deja claro que su responsabilidad como periodista es contrastar la información y ser fiel a la verdad. Tras contar una experiencia que vivió con uno de sus pacientes, al que le resolvió todas las dudas sobre una vacuna, expone que el alma se le cayó a los pies al leer sus declaraciones. "De verdad que de pronto me vi, desde mi consulta, luchando contra Goliat", escribe la pediatra.
"Mire Sr. Cárdenas, podría contarle el inmenso trabajo y esfuerzo que supone convencer a unos padres con un hijo que padece un Trastorno del Espectro Autista que su patología nada tiene que ver con las vacunas; podría contarle el desgaste que nos supone a los miles de profesionales de la salud y científicos de este país, luchar contra los bulos y la desinformación, podría contarle incluso lo que supone ver morir a un niño (y a dos y a tres….) en apenas 24 horas (...) Podría contarle tantas y tantas cosas de enfermedades hoy en día prevenibles gracias a las vacunas; pero no lo voy a hacer por no extenderme".
Su carta sigue con tres puntos, que puedes leer a continuación, con los que desmiente de forma clara todas las afirmaciones que hizo el presentador sobre las vacunas. Para finalizar, además, la pediatra añade una bibliografía para ampliar el tema.
Laura Galán Bertrand a Cárdenas: "Solo le voy a decir tres cosas":
1. Las vacunas no causan autismo. Este bulo nació en el año 1998 del Sr. Wakefield, médico corrupto al que el Colegio General Médico Británico le retiró la licencia de médico acusándole de actuar de forma deshonesta e irresponsable, reconociendo que las conclusiones y los métodos del médico británico eran falsos. Los pacientes seleccionados en su estudio pertenecían a familias vinculadas al movimiento antivacunas. Y para más datos, la generosa financiación provenía de un bufete de abogados que pretendía demandar posteriormente a las farmacéuticas fabricantes de la vacuna. Fue el mayor escándalo médico de la historia británica. En los años posteriores se han publicado cientos de estudios científicos con decenas de miles de niños estudiados y en ningún caso se observó tal asociación. El daño estaba hecho y miles de familias optaron por no vacunar causando la muerte por sarampión de un gran número de niños en todo el mundo. Desgraciadamente hay decisiones que te pueden costar la vida y lo que es peor, la de tus hijos.
2. No hay ninguna epidemia de autismo, para ser más exactos, de trastorno del espectro autista. Se diagnostican más casos ahora porque hasta hace unos años ni siquiera estaba contemplado en el DSM (Diagnostics and Statistics Manual of Mental Disorders). Fue en el año 1980 cuando se empezó a hablar de autismo, hasta la fecha a estos niños se les trataba como una variante de la esquizofrenia (terrible ¿verdad?). Ya en 1987 se desterró el término de autismo y se sustituyó por “trastorno autista” y desde entonces los términos y variantes diagnósticas, han ido evolucionando hasta el día de hoy. Ahora se diagnostican más casos porque los profesionales estamos formados en ello, porque estamos atentos, también los maestros y profesores; porque el trastorno del espectro autista tiene unos criterios claros que te llevan al diagnóstico, porque afortunadamente desde los 18 meses los pediatras estamos en alerta y porque forma parte de nuestro trabajo el identificar problemas en el neurodesarrollo, cosa que no ocurría hace 20 años.
3. Las vacunas son seguras, no contienen mercurio, son efectivas y salvan cada año millones de vidas en el mundo. Las vacunas suponen el mayor avance de la medicina en los últimos años y sembrar la duda con informaciones desfasadas, equivocadas y falsas, es una temeridad.
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