Uno de los comportamientos alimentarios que a menudo preocupan a los padres es la quisquillosidad de los niños a la hora de comer. Aunque es relativamente común, la investigación sobre cómo estos hábitos influyen en la dieta y el crecimiento en la vida adulta ha sido limitada y sus resultados han sido variados. Un nuevo estudio se propuso arrojar luz sobre este tema, explorando las conexiones entre los caprichos a la hora de comer en la infancia y los patrones alimentarios y el índice de masa corporal (IMC) en la adultez temprana.
Para llevar a cabo esta investigación, se emplearon datos de la cohorte de nacimientos holandesa KOALA. Los niveles de quisquillosidad alimentaria se evaluaron cuando los niños tenían alrededor de 4 años, mediante cuestionarios completados por los padres. Más tarde, cuando estos niños se convirtieron en adultos jóvenes (alrededor de los 18 años), se recopilaron datos sobre la frecuencia de consumo de alimentos, el peso y la altura mediante cuestionarios completados por ellos mismos. En total, 814 participantes formaron parte de este estudio. Se utilizaron análisis de regresión múltiple para examinar cómo los niveles de quisquillosidad alimentaria en la infancia predecían la frecuencia de consumo de alimentos y el IMC en la adultez, controlando factores parentales y del niño.
Hallazgos importantes: Conexiones entre quisquillosidad y alimentación
Los resultados revelaron que los niños que eran más quisquillosos a la hora de comer a los 4 y 5 años tenían una puntuación media de 2,24 en una escala de 1 a 5. Además, se observó que un aumento de tan solo 1 punto en la puntuación de quisquillosidad se asoció con una disminución en la frecuencia de consumo semanal de alimentos saludables. Esto incluyó una reducción de 0,14 días por semana en el consumo de frutas, verduras crudas disminuyendo en 0,14 días por semana, verduras cocidas en 0,21 días por semana, pescado en 0,07 días por semana y productos lácteos en 0,23 días por semana.
Todas estas asociaciones fueron estadísticamente significativas (valores de p <0,05). Sin embargo, no se encontraron asociaciones significativas entre la quisquillosidad a la hora de comer y la frecuencia de consumo de carne, huevos, aperitivos diversos, bebidas dulces ni con el IMC.
Te compartimos un vídeo que compartió la pediatra y divulgadora 'Luciamipediatra' en donde explica los resultados de este estudio y qué implica para los niños.
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En resumen, este estudio resalta la importancia de abordar los caprichos a la hora de comer en la infancia. Los resultados sugieren que los niños que muestran esta conducta pueden estar en riesgo de consumir menos alimentos saludables en la adultez temprana. Por lo tanto, se aconseja que los padres y cuidadores presten atención a estos comportamientos alimentarios desde una edad temprana y fomenten una dieta equilibrada y variada para garantizar un desarrollo saludable en la vida adulta.