En la mayoría de los casos, las observaciones de los adultos son útiles para la educación de los niños. Sin embargo, hay ciertos tipos de frases que es preferible evitar, ya que generan un impacto negativo en ellos que puede ser mucho más perjudicial de lo que imaginamos.
Las expresiones de las personas en las que los niños depositan su confianza, aunque son muy normalizadas, ejercen una gran influencia sobre ellos, pues moldean y dan significado a la realidad que experimentan. Por lo general, se cree que no tienen ningún impacto, pero la realidad es que la mente de los niños es extremadamente sensible y susceptible a las palabras de los adultos, especialmente las de sus padres, familiares o docentes.
Recibir repetidamente un comentario adverso, termina teniendo para muchas personas un efecto tan devastador sobre su autoestima y su autoimagen como el de un castigo o un golpe. Muchas personas consideran haber tenido una infancia como cualquier otra, no obstante, presentan síntomas de baja autoestima que fueron provocados por negativos comentarios o frases repetitivas que recibieron de personas cercanas a ellos, dejándoles una marca en sus emociones difícil de borrar.
Las siguientes frases son algunos ejemplos que suelen ser muy habituales y deben de evitarse, pues de igual forma que están muy extendidas, suelen también ser muy dañinas, lo que se podría ver reflejado en la personalidad de los pequeños y que incluso se queda hasta la adultez.
Frases con relación a sus capacidades o habilidades
Al recibir constantemente la evaluación de los adultos sobre sus habilidades, un niño puede terminar desarrollando sobreesfuerzo o abandono en la adultez. Frases como "Tu hermana es más inteligente que tú", "Yo lo hago porque tú no sabes/puedes", "Nunca vas a lograrlo" y frases similares, son algunos ejemplos que deben de usarse con más cautela.
En caso de caer en el sobreesfuerzo, la persona desarrolla una autoexigencia originada por el deseo de cumplir las exigencias de los padres, y es muy probable que logre éxitos laborales o económicos, sin embargo, con una sensación de insuficiencia, lo que a largo plazo provoca un alto grado de ansiedad y estrés. Por el contrario, el abandono se manifiesta por dejar de luchar por conseguir lo que siempre quisieron, pues repetitivamente le dijeron que no es posible. Este comportamiento lleva a la depresión, desilusión y baja autoestima.
Lo mejor que podemos hacer es asistir a los niños en el desarrollo de sus intereses y habilidades, evitando presiones o comparaciones con los demás, respetando su ritmo y enfocarse más en los aciertos que en los errores, además de fomentarles el valor del esfuerzo y trabajo para el desarrollo de sus capacidades.
Frases que les ignoran
Aquellos que desde pequeños tuvieron sus emociones y percepciones despreciadas, terminan interiorizando que sus requerimientos fastidian a otras personas. Conciben que su simple existencia perturba, y consideran que serán una molestia para otros si piden algo o expresan sus necesidades. Estos individuos no se consideran dignos de respeto y carecen de autoestima.
Algunos ejemplos de frases son "Deja de quejarte", "No seas exagerado" o "No es para tanto, no llores".
Es crucial validar desde la más tierna infancia que los sentimientos de los niños son valiosos y que poseen todo el derecho a exteriorizarlos, sin reprocharles. Deben sentirse libres de llorar cuando han sufrido una lesión o cuando la tristeza los embarga, así como de expresar abiertamente cuando algo les incomoda para que los adultos puedan asistirlos en hallar soluciones.
Frases con relación a su cuerpo o su físico
Recibir una lluvia de mensajes negativos sobre su cuerpo puede llevar a una persona a desarrollar una visión muy negativa de sí misma y a preocuparse excesivamente por su apariencia física. Incluso, la persona termina practicando deportes hasta la extenuación y siguiendo dietas extremas. No obstante, estas personas nunca están satisfechas con los resultados debido al daño infligido a su autoimagen durante la infancia, a pesar de sus esfuerzos.
Algunos ejemplos de este tipo de frases son "Deja de comer, ya estás muy gordo", "Qué bajita eres", "Mira qué nariz tan grande tienes", y similares.
Crecerán en una sociedad que les exige de diferentes maneras cumplir con ciertos estándares físicos, y para contrarrestar esta presión, es crucial que sientan confianza en su propia apariencia. La opción más respetuosa es no hacer ningún comentario, ya sea positivo o negativo, sobre la apariencia física de un niño, debido a que no necesitan enfocarse, preocuparse o interesarse por cómo es su cuerpo.
Hay que prevenir y ser atento con nuestras palabras
Es importante que los adultos demostremos sumo cuidado y mesura en nuestra forma de comunicarnos con los niños. Debemos esforzarnos por evitar hacer generalizaciones excesivas, juzgarlos o hacer personalizaciones inapropiadas al hablarles.
Además, es crucial que supervisemos la manera en que otras personas se comunican con ellos. Si bien puede que no tengan intenciones maliciosas o consideren que sus comentarios no son trascendentes, podrían tener un impacto significativo en la formación de los niños.
LETTER
Expresar a los niños el aprecio que se les tiene por la forma que son y por lo que hacen les genera confianza en sus padres y tutores, lo que les motiva a seguir aprendiendo de forma sana y será de gran beneficio para su porvenir.