Kelly Lee Dekay relata que se obsesionó con Jessica Rabbit, personaje de la película "¿Quién engañó a Roger Rabbit?", cuando tenía apenas 20 años. La obsesión de la joven, la llevó a utilizar un corsé metálico durante mucho tiempo, con el fin de moldear su cuerpo y así asemejarse al personaje animado. "Quería convertirme en mi propia villana superheroína", asegura. A sus 27 años, Kelly ha encontrado en Instagram el escaparate perfecto para compartir sus fotografías, jactándose de los resultados que ha tenido su peligrosa hazaña.
La fiebre de las medidas
© Kelly Lee Dekay
Muchas son las celebrities que achacan sus medidas casi perfectas a su genética, pero pocas reconocen los métodos poco ortodoxos a los que se someten para conseguir resultados en tan poco tiempo. Aunque muchas de ellas digan que no siguen ningún régimen para mantener sus curvas, la verdad es que la mayoría hacen auténticas locuras para adelgazar y así conseguir las medidas impuestas en muchas ocasiones por el entorno que las rodea, ajenas a los daños que puedan causarles las dietas drásticas y ayunos desproporcionados.
Es el caso de la conocida dieta a base de líquidos de Beyoncé, la cucharada de vinagre de manzana que toma Megan Fox cada día para depurar el organismo, Rihanna y sus odiados carbohidratos, Victoria Beckham y su máxima de "ser flaca cueste lo que cueste", o la dieta macrobiótica a la que se someten actrices como Julia Roberts, Madonna o Christina Aguilera.
Una modelo 'de cómic' y los riesgos a los que se enfrenta
Kelly ha reconocido en alguna ocasión que entiende que las medidas de los personajes de ficción no siempre pueden lograrse, ya que una persona no podría soportarlo, podría romperse. Sin embargo, no dudó en enfundarse un corsé metálico que podría incluso poner en riesgo su salud. "El corsé puede limitarme a la hora de subir las escaleras o cargar cosas pesadas. A veces salgo a correr con mi corsé puesto, a pesar de que sé que puede resultar muy peligroso", cuenta la modelo.
Reducir la cintura hasta llegar a medidas extremas hace que no quede espacio para los órganos internos, por lo que se ven obligados a moverse cuando la caja torácica se tensa. Además, respirar puede convertirse en una ardua tarea, ya que los pulmones no son capaces de dilatar al máximo de su capacidad.
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