Armado con sus tijeras, el peluquero estadounidense Mark Bustos pasea cada domingo desde hace dos años por las calles de Nueva York. Entre semana trabaja en un salón de belleza muy lujoso y atiende a clientes de alto nivel económico que pueden disponer de sus servicios siempre que lo precisen. Bustos aprovecha su único día libre en la semana para poner sus manos y su talento con el peine a disposición de los mendigos de Nueva York:
Una forma de devolver la dignidad a esas personas que pasan desapercibidas ante nuestros ojos y cuyo aspecto descuidado es, muchas veces, el reflejo más evidente del devenir de sus días en las calles. La labor solidaria de este peluquero va más allá de un simple cambio de look y es que, mientras realiza su trabajo en mitad de las calles, les ofrece comida a los mendigos.
La idea surgió en 2012 cuando, en un viaje familiar a Filipinas decidió cortarle el cabello a los niños sin recursos que se encontró en su bagaje. Después de la reconfortante experiencia, pensó en llevarse la iniciativa a las calles de la Gran Manzana y, por qué no, continuar en lugares como Los Angeles, Jamaica y Costa Rica. La novia de Mark Bustos le acompaña en esta aventura y toma instantáneas de los cambios de look de los mendigos en la cuenta de Instagram de Bustos.
Podemos pensar que el aspecto físico es lo de menos cuando no tienes familia, casa o algo para comer pero está claro que iniciativas como la de este peluquero pueden devolver la dignidad y la confianza a estas personas. Como dice el propio Mark Bustos, es una forma de demostrarles que hay privilegios que el dinero no puede comprar.
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