Si te paras a pensar en la de comida poco elaborada que has comido a lo largo de tu vida, probablemente te entre el pánico y te apetezca ir a tu cocina a cocinar y seguir recetas más saludables. Un tomate que sepa de verdad, una manzana que cruja al morderla y por supuesto, los guisos elaborados y cargados de amor. En la época en la que nuestras abuelas tenían nuestra edad, todos los alimentos que llegaban a sus manos eran 100% naturales sin ningún tipo de intermediario más que si acaso el tendero que las vendía.
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¿De dónde viene la idea de no comer nada que no comiera tu abuela?
A la hora de enfrentarte al tema de la alimentación, piensa como lo haría tu abuela. La clave es utilizar el instinto para comer. Tu abuela jamás se comería ese plato rápido. Si alguna vez has hecho la compra con ella, recordarás el tipo de alimentos por los que ella optaba: verduras, legumbres, huevos frescos, lácteos, carne, pescado o pollo. Y tampoco hay que olvidarse de frases tan recurrentes como "tienes que comer más fruta".
Recupera esos platos elaborados, consecuencia de la tradición y del saber hacer de las abuelas. Los consistentes guisos elaborados a fuego lento y con una lista enorme de ingredientes, no aparecieron de la noche a la mañana. Michael Pollan, experto en nutrición, dice que la fuente más fiable en relación a temas de alimentación es la tradición. Pollan fue el encargado de crear este concepto de comer igual que comían nuestras abuelas. La idea de los alimentos naturales y de los platos que llevan tiempo de elaboración, son algunas de las claves de esta tendencia nutricional. Pollan también defiende la tradición de la comida como un acto social en el que se disfruta de todos los productos que hay sobre la mesa, así como de la compañía.
Igual que hacía la abuela
Si tu abuela te acompañara hoy a hacer la compra, seguro que no te costaría imaginar qué productos elegiría y cuáles ni siquiera se molestaría en mirar. Otro punto importante es comprar comida cuyos ingredientes pudieras tener en tu despensa. Nada de esos complicados nombres que hacen que no sepas muy bien qué es lo que estás comiendo. Siempre que puedas, opta por ir a los mercados de toda la vida, siguiendo siempre el ejemplo de las abuelas. El contacto directo con el producto, sin apenas intermediarios, los colores, los olores y las texturas son claves para elegir un buen producto. Cuando un alimento cae del árbol, tarda muy poco tiempo en estropearse, es por ello que los productos naturales son perecederos.
También es muy importante que le dediques tiempo a la elaboración de tus platos. Las prisas nunca son buenas, y un plato lleno de matices y construido desde el comienzo siempre va a saber mejor. Si quieres hacer una tarta de manzana, prueba a elaborar tú misma la masa y convertir ese momento en el que creas tus platos, en todo un placer. Resérvate algo de tiempo a la semana simplemente para cocinar.
Así que comienza a ponerlo en práctica: come despacio, saborea, rodéate de productos naturales, huye de todo lo precocinado, come verdura, legumbres, cereales, lácteos... Y préstale mucha atención a los consejos de tu abuela, porque seguramente es tu mejor nutricionista. No comas nada que no comiera ella y vuelve a disfrutar de la comida sin dejar de lado a la salud.
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