No es la primera vez que una actriz se revela contra aquellos que contribuyen a fomentar la brecha salarial dentro de su profesión. Jennifer Lawrence, Patricia Arquette o Meryl Streep también han denunciado la desigualdad que existe en Hollywood a la hora de establecer los sueldos: las mujeres suelen cobrar menos que los hombres a pesar de tener el mismo protagonismo. Esta vez le ha tocado el turno a Robin Wright, una mujer de armas tomar tanto dentro como fuera de la pequeña pantalla. La protagonista de House of Cards ha conseguido que, después de tres años, le paguen lo mismo que a su marido en la ficción, el actor Kevin Spacey.
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La actriz de 50 años explicó en una conferencia en Nueva York que se vio obligada a dar un ultimátum a los responsables de la serie. "Les dije algo así como: quiero que me paguéis lo mismo que a Kevin. Hay muy pocas películas o series de televisión en las que mujeres y hombre se representen igualados y House of Cards es una de ellas. Es el paradigma perfecto".
La popularidad de su personaje, Claire Underwood, resalta a veces más que la de cualquier otro en la serie. La actriz incluso ha dirigido algunos de los episodios de la cuarta temporada, pero aún así su sueldo era bastante más inferior al de Spacey. "El personaje de Claire era más popular que Frank en algunos periodos de la serie. Quise aprovechar esta realidad y les dije: o me pagáis mejor o hago pública esta situación. Y lo hicieron".
La actriz ha reiterado la importancia de que las mujeres exijan unas condiciones equitativas en su trabajo, pues como ella misma ha declarado: "Tuve que luchar para conseguir el mismo salario por el mismo trabajo", algo que aún no alcanzamos a entender. Aunque Wright no ha dado cifras, según estima Forbes, la actriz cobraba hasta ahora 420.000 dólares por cada episodio, mientras que Kevin Spacey se embolsaba 500.000.
Además de hablar sobre los sueldos, la actriz también explicó lo difícil que es compaginar el trabajo con la vida familiar, tanto antes como ahora. En su caso, contó lo complicado que fue cuando intentaba conciliar su profesión, en la década de los noventa, con la crianza de los hijos que tuvo junto al actor Sean Penn. "Como no podía trabajar a jornada completa, no conseguía fijar un caché adecuado. Si no construyes eso no estás en el juego. Te conviertes en un actor de categoría B. No tenía el mismo valor que habría tenido si hubiera hecho cuatro películas al año, como hacían Nicole Kidman o Cate Blanchett, durante la época en la que me dedicaba a criar a mis hijos”.
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