La ecoansiedad se define como el miedo persistente a un desastre ambiental inducido por la exposición a informes mediáticos sobre los efectos del cambio climático. Según la OMS, esta preocupación afecta principalmente a jóvenes de 16 a 25 años. Esta descripción precisa aborda un problema que está ampliamente discutido y que, además de generar angustia en aquellos que lo experimentan, también tiene implicaciones a escala mundial.
Una posible consecuencia podría ser la disminución de la tasa de natalidad. De acuerdo con una investigación publicada por Plos Climate y realizada por académicos del University College de Londres, la conciencia creciente sobre los problemas asociados al cambio climático se refleja en actitudes menos favorables hacia la reproducción, manifestando un menor deseo o intención de tener hijos, e incluso la posibilidad de no tener ninguno.
La investigación, llevada a cabo en Nueva Zelanda, Europa, Estados Unidos y Canadá, encuestó a 10,788 ciudadanos. Las conclusiones fueron contundentes: en la mayoría de los países, los investigadores encontraron que una mayoría de jóvenes expresaban reservas acerca de la idea de traer nuevos individuos al mundo, principalmente debido a preocupaciones relacionadas con la salud nuestro planeta.
Específicamente, los jóvenes incluidos en la investigación mencionaron algunos problemas, como la incertidumbre sobre el futuro de un niño en un contexto de cambio climático, las ramificaciones de la superpoblación y el consumo desmedido. Además, muchos de los encuestados expresaron inquietud por la capacidad de satisfacer las necesidades básicas de la familia y la situación política como factores que los llevan a reconsiderar la decisión de tener hijos.
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Las consecuencias de la llegada de una vida nueva.
La autora principal del estudio, Hope Dillarstone, explica que "existe un número creciente de personas que tienen en cuenta su preocupación por el cambio climático a la hora de planificar su decisiones reproductivas, muchas personas no solo están preocupadas por el bienestar de sus hijos, que crecen en un mundo de incertidumbre, sino que también tienen en cuenta el impacto que van a tener hijos en el medioambiente y la capacidad de subsistencia de su familia".
Laura, una internauta de 39 años, tiene en su mente esta misma idea. “En mi caso, la decisión de no tener hijos tiene que ver más con el medio ambiente que con algo personal. Para empezar, hay una superpoblación mundial que ya está diezmando los recursos, que son claramente insuficientes para todos. Para que unos vivan bien, otros van a tener que vivir muy mal. Estamos en un país privilegiado del primer mundo, por lo que creo que es incoherente, insolidario y hasta egoísta traer niños al mundo. Y si quieres tenerlos, siempre puedes adoptarlos”, explica al respecto.