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Cómo superar los miedos del puerperio aprendiendo de nuestro pasado

por Elvira Sáez ,
Cómo superar los miedos del puerperio aprendiendo de nuestro pasado© Getty

Tener un hijo puede no ser al principio una situación idílica como lo plantean algunas películas de Hollywood. Las mujeres necesitamos ayuda para poder sobrepasar momentos de muchos cambios en cuerpo y espíritu. Si acabas de ser mamá y estás sobrepasada, estas ideas te pueden servir para comenzar a mirar todo desde otra perspectiva.

Artículo elaborado por Regina Candel Martínez, autora del blog Uniendo Caminos


El cansancio puede ser extremo después de dar a luz. No sólo cargamos el cuerpito de nuestro hijo por nueve meses dentro nuestro, sino que cuando sale al mundo debemos estar al 100% para alimentarlo y cuidarlo y para sostener nuestro propio cuerpo que después del nacimiento, ya sea por parto natural o por cesárea, no parece ser nuestro. No nos reconocemos al espejo, ni en cuerpo ni tampoco en espíritu, ya que los cambios hormonales son tales que pasamos por estados emocionales imposibles de controlar.

Video por Carla Dominguez

En medio de este torbellino, debemos también mantener relaciones con el mundo exterior. La simbiosis mamá-bebé parece ser un mundo perfecto, pero insostenible en el tiempo e imposible de hacerlo solas. Necesitamos un círculo de apoyo. En el pasado, la mujer que tenía su hijo era inmediatamente sostenida por doulas, parteras, amigas, abuelas que se juntaban para ayudar. Todas hacían algo, todas participaban en el momento mágico de la concepción y en lo que venía después. Incluso en algunas comunidades, los bebés podían ser amamantados por varias mujeres. Hoy día, lamentablemente este espíritu de comunidad se ha esfumado.

Estamos en un momento en el que todo ocurre de manera acelerada, los cambios de generación en generación son abrumadores y no nos da tiempo de adaptarnos y reflexionar sobre lo que hicieron nuestros padres, por qué lo hicieron de esa manera y si podemos tomar algo de eso en el camino que comenzamos a recorrer nosotros como padres. Disponemos de una cantidad de información que a veces es difícil de manejar. Páginas web y aplicaciones que siguen el crecimiento de nuestro bebé y nos dan tips para hacer las cosas bien, librerías con muchas estanterías dedicadas a la maternidad, redes sociales donde puedes leer historias y consejos de otras mamás.

Aprende de tu pasado y el de tu familia


Todo el caudal de conocimientos mencionado, nos hace sentir muy poderosas. Somos súper mamás porque nos leímos todo antes del parto, somos super mamás porque hacemos todo, somos super mamás porque después de dar a luz queremos volver a ser las mismas de antes, en cuerpo y espíritu, y que por favor sea lo más rápido posible; queremos volver a trabajar, seguir teniendo la misma vida social, queremos seguir siendo buenas amantes, y todo lo queremos hacer solas porque nosotras podemos.

Y en este proceso nos olvidamos de algo fundamental: mirar para atrás y hacernos preguntas. ¿Qué hizo mi mamá en esta situación? ¿Cómo pasó ella el momento del parto cuando yo llegué a este mundo? ¿Qué puedo aprender de todo eso? Y después hacer preguntas a las mujeres que estaban antes que nosotras: Mamá, ¿Por qué tuviste hijos?, ¿Hasta qué edad tomé la teta? ¿Por qué dejaste de amamantarme? ¿Qué hacías cuando yo no dormía? ¿Qué ayuda recibiste? Abuela, ¿y tú? ¿Cómo fue tener a tus hijos, en tu época? Haciendo preguntas aprendemos, participamos y hacemos participar.


Debemos escuchar y tomar lo que nos parece podemos poner en práctica con nuestros hijos usando nuestro juicio y sentido común. Hay cosas en las que vamos a estar de acuerdo y hay otras en las que no. Por ejemplo, antes a los bebés de pocos meses se les daba el chupete con miel o azúcar para que se calmen; hoy no lo hacemos, nos parece terrible pensando en la alimentación sana y dientes sanos que queremos que tengan nuestros hijos.

Debemos escuchar para entender quiénes somos y de dónde venimos. Tal vez con alguna de esas respuestas podemos recrear una imagen de lo que fueron nuestros primeros meses de vida, de los cuales no tenemos recuerdos. Entender que tal vez las cosas no fueron perfectas, saber detalles que nos puedan hacer comprender algunas angustias actuales.

Debemos escuchar para conocer sobre nuestros antepasados y las experiencias de nacimientos y de muertes de las generaciones que nos anteceden. Tal vez en la familia hay bebés que no duraron mucho tiempo, incluso abortos, secretos nunca contados. Tal vez hay partos que provocaron la muerte de la madre o madres que dieron a sus hijos en adopción por no poder o no querer criarlos. Nosotros venimos de esas historias, y esas historias definen nuestro presente. No vamos a poder cambiar nada de eso, pero al menos vamos a poder curar, entender, perdonar.

Ser madre transforma completamente tu vida


Al tener un hijo la vida se transforma. Queremos volver a ser las mismas de antes pero ya no podemos, ya somos otra persona, tal vez con un cuerpo parecido, pero nuestra materia espiritual cambia profundamente. Maduramos y en ese proceso aparecen muchos miedos que nos alejan en principio de todo y de todos. Mejor mantenerse protegidas de todos aquellos que quieran decirnos cómo hacer las cosas, porque, aunque en el fondo estamos muertas de miedo, demostramos que somos super mamás.

Tal vez mejor es liberarse un poco, dejar que el mundo exterior ingrese en la simbiosis mamá-bebé y con atención reconocer cuándo un consejo es bueno y cuándo viene sólo de las frustraciones propias de nuestros padres y abuelos que quieren salvarse criando a sus nietos. Todo debe ser aceptado con amor, en un gran abrazo de oso, sabiendo que en realidad somos todos iguales, ya que nosotros también vamos a estar en esa situación con nuestros hijos y nietos. Todos somos iguales, todos somos no más ni menos que un gran círculo de amor. Entender nuestro pasado nos va a abrir los ojos y así vamos a poder transmitir a nuestros hijos lo mejor de cada generación.

Laura Gutman, escritora e investigadora argentina, nos dice en su libro Qué nos pasó cuando fuimos niños y qué hicimos con eso: ¨La vida es corta. Todo el amor que podamos derramar alguna vez, cuando dejemos de protegernos a nosotros mismos, no será para nuestro propio bienestar, sino para el prójimo. Entonces nuestra vida habrá valido la pena¨.

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Elvira Sáez
Elvira Sáez es redactora en enfemenino. Se graduó en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y pronto inició su andadura profesional en los medios digitales. Se ha especializado en …
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