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De la mentira a la mitomanía

por El equipo editorial ,
De la mentira a la mitomanía

El arte de mentir se práctica desde los 3 años, ¡así que probablemente no podamos escapar de él! ¿Pero por qué mentimos y hasta dónde puede llegar esto? Recapitulemos.

Todo el mundo miente
Según un estudio americano sólo mentiríamos dos veces al día... ¡Y esto sin contar el hecho de que tenemos tendencia a mentir al responder a los cuestionarios! El objetivo: dar una buena imagen de uno mismo, hacerse ver bien. Es lo que en psicología se llama la “deseabilidad social”.
No es preciso esconderse, todos mentimos de vez en cuando. La mentira es necesaria tanto para la vida en sociedad como en las relaciones más íntimas. ¡Pero no somos, por ello, unos manipuladores diabólicos! Lo importante es ser consciente de la amoralidad de la mentira. Es lo que distingue al mentiroso medio del verdadero mentiroso, aquél que miente de forma natural sin hacerse preguntas. Para él, el nivel de conciencia es reducido.
Del mismo modo, regularmente nos enfrentamos a la mentira de los demás, sin apenas darnos cuenta. A menudo, no queremos saber más porque tememos la verdad que esta mentira podría esconder.

Las pequeñas mentiras
La mayoría de las mentiras que se dicen a diario son actos instintivos, que en todos los casos se quedan en mentiras pasajeras, provocadas por un motivo real.
Mentir forma parte de las convenciones sociales, lo que da lugar a las mentiras altruistas. No decimos la verdad no por deshonestidad sino por consideración. Se tiene en cuenta lo que el otro está preparado para oír. Es una clave para entenderse bien, según ciertos psicólogos.
Y sin embargo, otros especialistas, como el psicoterapeuta americano Brad Blanton, afirman lo contrario. Según él, habría que desprenderse del juicio de los demás y atreverse a decir lo que nos pasa por la cabeza, sin ninguna censura... El objetivo: vivir relaciones auténticas, cuanto mejor se conozca uno mismo mejor conocerá a los otros... ¡Medítalo!

Existen también las mentiras egoístas, aquéllas que se ponen en práctica para dar valor a la imagen, para parecer más interesante. Así, pues, se van a exagerar cualidades y borrar defectos. Y, además, hay mentiras que se inventan para evitar una disputa, protegerse, escapar a un castigo...

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La mitomanía
Hablamos de mitomanía a partir del momento en el que la mentira es patológica. Las causas de la mitomanía revelan a menudo un shock emocional, un fracaso profesional u otro acontecimiento cuya carga negativa es imposible de asumir por su protagonista. Huye de la realidad que le hace sufrir y se inventa otro mundo más sereno, miente. Todos los mitómanos no son iguales. El psiquiatra Ferdinand Dupré distingue cuatro tipos de mitomanías: la vanidosa (la persona se alaba), la errante (la persona trata de huir), la maligna (trata de compensar un complejo de inferioridad por los cotilleos y, finalmente, la perversa (fabular para estafar).
El mitómano no es consciente de su trastorno psíquico, y es a menudo su entorno quien se ve obligado a convencerle para que vaya a un especialista. Pero no existe tratamiento específico para este problema. Sólo un análisis psiquiátrico podrá ayudar a esta persona a encontrar las causas ocultas de su enfermedad, y así encontrar un camino para restablecerse.

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