Este fenómeno ha encendido las alarmas entre madres, padres y tutores, quienes se preguntan si estos productos pueden tener un impacto negativo en la salud de los niños. ¿La comida picante es perjudicial para los pequeños? ¿Deberíamos poner límites? Si es así, ¿hasta qué edad?
Hace unos años, la idea de chucherías picantes para niños sonaba a una extravagancia impensable. No hablamos de las típicas golosinas con un toque de "pica-pica", sino de productos genuinamente picantes. Algunos adoptan sabores dulces, como las gominolas con forma de chile, mientras que otros, más populares, se decantan por el salado, como los snacks de maíz.
¿Qué es realmente el picante?
Aunque comúnmente se asocia el picante con un sabor, en realidad, es una sensación. Mientras que los sabores básicos como dulce, salado, ácido, amargo y umami se perciben a través de las papilas gustativas, el picante involucra al nervio trigémino, responsable de transmitir esa peculiar sensación hasta nuestro cerebro. Esta sensación trigeminal también se encarga de otras percepciones, como el frescor de la menta o la aspereza del té.
El picante está más presente de lo que pensamos
Bajo la etiqueta de "picante," abarcamos diversas sensaciones como dolor, ardor, calor o irritación, cada una con una intensidad variable. No todas las experiencias picantes son iguales; la piperina de la pimienta produce una sensación diferente a la alicina del ajo. Este matiz es crucial cuando consideramos ofrecer a nuestros hijos alimentos picantes, como las populares chucherías de moda.
Estas golosinas emplean extractos y aromas de chiles y pimientos picantes, ricos en capsaicinoides, con la capsaicina como la "reina del picante." Aunque esta sustancia está presente en alimentos comunes como los pimientos de Padrón, las ñoras y el pimentón picante, su popularización se debe en gran medida a la cocina tex-mex y mexicana.
Efectos del picante sobre la salud
La principal advertencia sobre el picante es su irritación potencial en las mucosas gastrointestinales, pudiendo causar efectos adversos como dolor abdominal o hemorroides. Estudios recientes sugieren que el consumo de alimentos picantes podría tener beneficios cardiovasculares, pero también aumentar el riesgo de ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, la falta de conclusiones definitivas destaca la necesidad de considerar el contexto de consumo.
Considerar la intensidad del picante, la frecuencia de consumo, la calidad nutricional del alimento y las características individuales de cada persona es crucial. En cuanto a los niños, la edad también es un factor a tener en cuenta. En resumen, los snacks, picantes o no, no son la elección más adecuada para los pequeños de manera habitual. La educación alimentaria durante las primeras etapas de la vida es fundamental para cultivar hábitos que perduren.
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