¿Qué es esto?
Cada vez son más numerosos los jóvenes adultos de entre 18 y 25 años, que actúan, tanto en sus actos como en sus aficiones, de forma un tanto infantil. El famoso fenómeno Tanguy toma importancia. A pesar de tener una edad adulta, los adolescentes tienen una verdadera reticencia a asumir su vida futura, con sus responsabilidades y sus obligaciones. Los padres ven así como sus hijos se quedan más tiempo en el hogar familiar y, sobre todo, viviendo a costa suya. Esto va acompañado de un entusiasmo por todo lo que tiene que ver con la infancia: cómics, video-juegos, juguetes retro, dibujos animados..., se sumergen también con nostalgia en las aventuras de sus héroes favoritos. Esta actitud tiene su raíz en un conflicto dependencia-independencia. A pesar de las ganas que tienen de volar con alas propias, tienen una carga que le aferrarse a la infancia.
¿Cómo explicar este fenómeno?
> Los sociólogos han constatado un factor recurrente de este tipo de comportamiento. Éstos son, a priori, todos los niños de la generación del 68, que han recibido una educación basada en el “prohibido prohibir”. Los adolescentes, debido a su falta de referencias, les cuesta trabajo desarrollarse y crear sus propias referencias.
> Este fenómeno está ligado también a profundas incertidumbres económicas. Estos jóvenes adultos han nacido entre crisis económicas y subidas del paro. Un contexto social que no motiva al desarrolló personal y laboral. El sociólogo Louis Chavel señala: “Es la primera generación que corre el riesgo de ir menos bien que sus propios padres”.
> En cuanto a la periodista Marie Giral, hace referencia al síndrome “Dorian Gray” que habla de la adición por el culto de los valores juveniles. Miedo a envejecer, a ponerse enfermo... “no quieren envejecer más y morir como sus padres”. Los adulescentes prefieren entonces quedarse en el universo protector que ofrece la familia y así no desprenderse del mundo simple de la adolescencia.
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¿Cómo tienen que comportarse los padres de los adulescentes?
Los padres de los adulescentes se quedan a menudo un poco en la estacada frente a este nuevo fenómeno. En la película Tanguy ¿qué hacemos con el niño?, se ve claramente cómo los padres se encuentran sobrepasados por la presencia de sus hijos, hasta el punto de maltratarles amablemente, pero poner a tu hijo en la calle porque ya no soportas más tener que fregar su tazón de cereales dejado una y otra vez encima de la mesa, no es la mejor solución.
Hay que instaurar el diálogo. Poner en evidencia las dificultades que tiene tu hijo para entrar en su vida de adulto. Sin presionarlo, hay que incitarle a reflexionar sobre lo que le retiene. De esta manera, podréis descubrir miedos más profundos. A continuación, será posible encontrar soluciones adaptadas. Muéstrate comprensiva y demuéstrale que incluso en su nueva vida, siempre estarás presente para ofrecerle tu ayuda y que nunca se encontrará solo frente a eventuales problemas. Pero cuidado, no caigas tampoco en el problema inverso, porque hay que entender que es lo suficiente mayor para asumir sus propias decisiones.