Un nuevo artículo de la Universidad Johannes Kepler en Austria, publicado en la revista Genome Biology and Evolution de Oxford University Press, señala que la relación entre la edad paterna y los trastornos congénitos raros es más complejo de lo que los científicos habían pensado anteriormente.
Aunque desde hace tiempo se ha observado que los padres mayores tienen más probabilidades de tener hijos con malformaciones cardíacas y óseas, como síndrome de Apert o acondroplasia, así como trastornos del desarrollo neurológico como el autismo y la esquizofrenia, un nuevo análisis indica que, si bien algunas mutaciones patógenas aumentan su vínculo con la edad paterna, otras no lo hacen e incluso pueden ocurrir en los testículos del padre antes de la madurez sexual. Los investigadores han descubierto esta complejidad tras un examen detenido.
El receptor 3 del factor de crecimiento de fibroblastos (FGFR3) es una proteína humana presente en tejidos como los riñones, el cartílago, el cerebro y los intestinos. Las mutaciones egoístas o conductoras, potencialmente responsables de trastornos congénitos, son más frecuentes en la línea germinal masculina, con un riesgo aumentado por el retraso en la paternidad.
Existe una gran importancia en las mutaciones conductoras en la línea germinal masculina debido a su alta frecuencia e incidencia, así como a sus posibles efectos patógenos. Sin embargo, los investigadores no saben aún con certeza de dónde provienen dichas mutaciones y por qué son tan comunes en el esperma de hombres con mayor edad.
El estudio abre la duda de si las mutaciones impulsoras en el esperma de los hombres jóvenes podrían ser mucho más numerosas de lo que se supone hasta ahora, con el riesgo de que los padres jóvenes tengan uno o más hijos afectados; o si estas mutaciones se propagan principalmente dentro de la línea germinal sexualmente madura, lo que podría llevar a una mayor carga de mutaciones en la población en relación con el envejecimiento de los hombres.
Los investigadores recolectaron muestras de esperma de donantes anónimos entre 23 y 59 años en clínicas de Austria para investigar la frecuencia de mutaciones genéticas en diez variantes diferentes de FGFR3, con el fin de aclarar estas dudas. Encontraron que una variante asociada con la displasia tanatofórica, un trastorno esquelético grave y generalmente mortal en niños que nacen con una caja torácica desproporcionadamente pequeña y extremidades extremadamente cortas, aumentó con la edad del padre. Además, de igual manera aumenta la variante FGFR3 asociada con la acondroplasia, la forma más común de enanismo de extremidades cortas.
El comunicado concluye que los padres jóvenes también enfrentan un mayor riesgo de tener hijos con mutaciones patógenas, según Irene Tiemann-Boege del Instituto de Biofísica de la Universidad Johannes Kepler en Austria. Esto se evidencia en el hecho de que muchas otras variantes del FGFR3 no estaban relacionadas con la edad del padre, como encontraron los investigadores.
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