Hace unos días, Gaza volvía a ser bombardeada, costándole la vida a cientos de civiles. Los hospitales se vieron desbordados, pero, por desgracia, una de las víctimas llamó la atención a los médicos por encima de las demás: Shaïma, de 23 años, luchaba contra las numerosas heridas causadas tras el derrumbamiento de su casa.
“Mi hija estuvo enterrada durante una hora y media entre los escombros. ¿Ha hecho algo malo? Tenía 23 años y estaba casada desde hacía solo uno”, cuenta su madre, Mirfat Oanna, a la AFP. Mientras los médicos intentaban reanimarla, se dieron cuenta de que su vientre se movía… Shaïma estaba embarazada de nueve meses y su bebé había sobrevivido al ataque. “Vimos un movimiento a nivel del vientre. Llamamos a las matronas y procedimos a realizar un alumbramiento por cesárea inmediatamente”, declara el doctor Fadi Kherti.
La pequeña (a la que han llamado Shaïma, como su madre) tiene ahora seis días. Sin embargo, aunque consiga sobrevivir, podría tener secuelas neurológicas, pues la pequeña estuvo dentro del cuerpo sin vida de su madre durante más de una hora. “En el momento de la muerte de la madre, el feto estuvo expuesto a una falta de oxígeno, lo que podría tener consecuencias en las células, pero también en el cerebro de la niña. Esperamos que el bebé supere este estado crítico”, explicaba Abdel Karimal-Bawab, jefe de maternidad.
Su padre, un joven periodista de 27 años, también está hospitalizado con heridas de gravedad. Por su parte, la pequeña Shaïma tendrá que estar todavía tres semanas en el hospital para que el equipo médico le haga pruebas neuronales. Nos encontramos ante una pequeña luchadora, así que estamos seguras de que superará todos los obstáculos que, a su corta edad, ya le ha puesto la vida.
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