¡Absténganse de leer esto las personas que tengan hermanos! ¿No dicen todos ellos que las hijas únicas somos caprichosas y no sabemos compartir? Pues que nos dejen disfrutar de este artículo con toooodo ese egoísmo que nos caracteriza. Estamos seguras de que te sentirás identificada con muchas de las cosas que te contamos.
1. Nunca tienes que compartir nada
Y que conste que eso no quiere decir que no sepamos compartir. Sabemos hacerlo pero solo en ocasiones especiales (muy especiales). ¿Qué locura es esa de compartir tu bolso favorito con una hermana?
2. Tú siempre eres la favorita
Nada de luchas encarnizadas por ser la favorita de mamá o de papá. Sabes que caen rendidos a tus encantos solo con escuchar tu dulce voz.
3. No tienes que pelearte con nadie por ver algo en la tele
Tu padre se sabe de memoria todas las tramas y subtramas de tu serie favorita y es que todos sabemos que cuando te sientas en el sofá, tu casa se convierte en tu particular salón del trono.
4. Nunca hay hermanos que puedan acusarte de hacer algo mal
Es cierto que, mirándolo desde el lado contrario, tampoco hay nadie a quien puedas culpar de tus salidas de tono... Pero bueno, seamos optimistas.
5. No conoces el duro chantaje emocional entre hermanos
'Como no me des esas chuches, le diré a todos tus amigos que aún duermes con tu osito de peluche'. ¿Cuántos momentos temiendo por nuestra vida social nos ha ahorrado no tener un hermano a nuestro lado? Nos entran sudores fríos solo de pensarlo...
6. Nada de comparaciones
Todas sabemos que las comparaciones son odiosas pero es cierto que son inevitables cuando tenemos una hermana a nuestro lado. Una rubia, otra morena. Una alta, otra bajita, Una lista, otra... ¡Basta!
7. Cuando tus padres se van de vacaciones...
¡¡La casa es toda tuya!!
8. Los Reyes Magos solo te visitan a ti
Y todas sabemos que cuando eso ocurre ser hija única es lo más maravilloso del mundo:
9. Tus amigas siempre querían dormir en tu casa
Sí, hay que reconocerlo. Le pediste a tus padres las paredes pintadas de rosa pastel, un tocador y cientos de cojines y peluches encima de la cama. Por si todo esto no te parecía suficiente, se te ocurrió sugerirles una litera para que tus amigas viniesen a dormir a casa y adivina qué... Ellos no pudieron decirte que no.
10. En tu caso, los amigos imaginarios sí estaban permitidos
Pensándolo fríamente, tener un amigo imaginario es mil veces mejor que tener un hermano. Está claro que nunca te inventarías a alguien que te llevase la contraria.
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