Basándose en pruebas, el ginecólogo no sólo trata los problemas ginecológicos, sino que también interviene en la prevención y la detección de enfermedades. Por eso, es primordial darle importancia a esta cita. Explicaciones a continuación.
¿Cuándo hay que consultarle?
Cuando las chicas tienen sus primeras reglas o sus primeras relaciones sexuales deben ir al ginecólogo. Más tarde, para prevenir patologías, las mujeres acuden una vez al año. Pero, si entre dos visitas, se producen cambios inquietantes como irritaciones, picores, hemorragias extrañas… hay que adelantar la fecha de la próxima visita.
Lo consultamos por razones diferentes. Algunas únicamente para la receta de un método anticonceptivo (píldora, DIU…), otras por un embarazo o por la llegada de la menopausia, o incluso para tratar infecciones de la vagina o del útero. Pero, en todos los casos, el ginecólogo es un interlocutor privilegiado, que te aconseja en tu vida íntima.
La reforma de la Seguridad Social obliga a los pacientes a consultar a sus médicos de cabecera antes de acudir a un especialista. Pero no se aplica con el ginecólogo; puedes acudir directamente a consulta.
¿Cómo se desarrolla una consulta?
Una consulta rutinaria no dura más de 30 minutos. Después de una pequeña serie de preguntas, te pesará y te tomará la tensión, y procederá al examen ginecológico. En primer lugar, el ginecólogo examinará tu vulva, el cuello de útero y los ovarios, con la ayuda de un espéculo, un pequeño instrumento estrecho y largo de metal o plástico. Así determinará si hay irritación o signos de infección. Continuará con una palpación vaginal (con guantes), palpará tus órganos sexuales internos, apretando tu abdomen. Puede que te realice una citología, que consiste en recoger células del cuello del útero y del fondo de la vagina con una pequeña espátula. El análisis de las células en laboratorio permite descubrir la presencia de gérmenes. Se recomienda hacerlo cada dos o tres años, desde los 20 años.
Por último, el médico procederá al examen de los pechos, con el fin de detectar posibles bultos sospechosos. También te enseñará cómo practicarte este examen en casa.
Si estás relajada, esta prueba no suele ser dolorsa. La mayoría de los médicos tratan de que estés a gusto explicándote lo que van a hacer. Por lo tanto, es el mejor momento para plantearle todas tus dudas y descubrir un poco más tu cuerpo.
Las razones para acudir a un ginecólogo
En caso de anomalía, el examen ginecológico permite una detección y un tratamiento precoz. Algunas infecciones víricas son susceptibles de evolucionar, como el papilomavirus, así como las células anormales, precancerosas o cancerosas. Se sabe que el 70% de las mujeres que desarrolla un cáncer de útero son mujeres que no se realizan una citología de forma regular. Este examen es realmente esencial.
En cuanto a los pechos, a partir de los 50 años las mujeres tienen la posibilidad de realizarse una mamografía de forma gratuita cada dos años. Pero antes de esta edad, la consulta al ginecólogo sirve para aprender a realizarse una autopalpación. Más allá de estos controles, la visita al ginecólogo te permite hablar sobre temas íntimos como problemas de sexualidad, el deseo de tener un hijo, la esterilidad… A veces es más fácil abordar estos pequeños tabúes con él que con el médico de familia.
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