Cambia el año, la última página del calendario nos invita a repasarlas todas. El tiempo ha pasado como un telón de fondo sobre el que se han ido posando nuestras experiencias, las que hemos vivido, las que aún tienen forma de sueños por cumplir, incluso aquellas que aún no nos atrevimos a soñar. Las personas que recorrieron el calendario a nuestro lado un año más, las que entraron, las que se alejaron tomando otros caminos. Un solo año, que contado en otras unidades de medida, distintas al tiempo, nos llevan a sensaciones y emociones que lo hacen más intenso, sólido, una capa más para nuestra cebolla si hemos decidido, ante todo, protegernos o un anillo más en el tronco, si como los árboles, hemos decidido crecer, para ser más altos y enraizados.
Cerramos el calendario en su último minuto, esperando el primero del siguiente para repasar los 12 meses venideros, los contamos uno a uno, como ritual de bienvenida. Abrazos a quienes están cerca y llamamos están lejos.
Las fiestas navideñas: celebración familiar por excelencia, son una bisagra entre dos tiempos. Para los niños es un tiempo de ilusión sin igual, una aventura cuya principal misión es escribir una bonita carta a la magia, en forma de Reyes Magos, Papa Noel… Una carta en la que explican sus mejores hazañas para conquistar la recompensa de unas horas de sueño inquieto, como prólogo a una gran sorpresa. Los adultos, hace tiempo que dejamos de escribir esas cartas, y otras. En el estilo de vida actual, apenas escribimos y recibimos cartas manuscritas.
El gran protagonista de nuestro buzón son las facturas y la publicidad, más abrumadora, si cabe, en periodos electorales. Las horas de sueño inquieto, ya no son prólogo de sorpresas, más bien,son la consecuencia de preocupaciones, estrés, ansiedades, sobre-exigencias propias y ajenas.
Te proponemos un "juego: esta Navidad escribe una carta
Estos días, en los que la última página del calendario condensa nuestras percepciones, te invito a escribir una carta, no como si estuvieras en la infancia, pues ya la viviste, ni desde tu “niño interior”, sino una carta escrita por el adulto que eres hoy. En la que te permitas enumerar también tus hazañas personales de este año, aquellos resultados que han sido importantes para ti. ¡Sin importar la importancia! Incluso los resultados que no lograste, pero aún siguen siendo un fuerte deseo en ti. ¿Cómo no? Tras repasar el año vivido, pide la magia que deseas para el año que se aproxima.
Escribir esa carta, sabiendo y sintiendo el gran momento que es. Pues es una manera de conectar contigo, de manera profunda a través de la escritura. ¿A quién enviar esa carta? Al adulto que serás. Puede parecer extraño o absurdo. Sin embargo redactar la lista de la compra o de tareas, parece cotidiano y, digamos normal cuando, del mismo modo, es redactar un texto para sí mismo.
Envíatela por correo postal, al recibirla, guárdala y léela más adelante. Si tienes la suficiente paciencia, puedes hacerlo al final del próximo año, antes de redactar la próxima.
¿Qué obtendrás al aceptar este juego?
- Reflexionar sobre tus decisiones mediante el repaso temporal de tu último año de vida.
- Identificar algunos patrones en tu manera de decidir.
- Estimular algunos caminos neurológicos a través de la escritura manual.
- Facilitar el proceso de convertir algunos deseos en objetivos, que al quedar bien definidos y escritos, aumentas las posibilidades de cumplirlos.
- Volver a revivir momentos felices.
- Disfrutar el pequeño ritual de elegir papel, estilográfica, un sobre…
- Ante todo, regalarte un tiempo a ti, para ti, contigo.
Recibe tu carta y que tus palabras sean tu gran sorpresa.
Contenido elaborado en colaboración con Alicia Aradilla, socióloga y experta en neurolingüística.
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