Sobre el papel la idea parece atractiva: unos días de vacaciones con la tribu. Imágenes de una gran casa llena de pequeños sonriendo y de olor a comida casera nos invaden el ánimo. Pero atención, la convivencia siempre entraña peligro. Sobre todo con los miembros de la familia, con los que estamos acostumbrados a tratar 24 horas, 7 días a la semana. Aquí tienes un pequeño manual de supervivencia para que las vacaciones no se transformen en un infierno.
1. Ser realista
La familia ideal no existe; sólo en los anuncios de alimentos para el desayuno. Así que todas esas pequeñas molestias del día a día que se han ido acumulando a lo largo de los años no van a desaparecer milagrosamente porque estés de vacaciones. Tu madre seguirá teniendo algo que decir sobre lo que no te comas de la ensalada niçoise, tu sobrina adolescente ocupará el baño durante 3 horas cada día, y tu cuñada no podrá evitar escrutar todos y cada uno de tus michelines. Es así. Seguro que hay pequeños roces. Y a pesar de que no puedes cambiarlos a ellos, puedes aprender a sobrellevarlos mejor.
2. Relativizar
Es cierto que es más fácil decirlo que hacerlo, pero con unos gramos de humor, una pizca de distancia y unas gotas de madurez, lo conseguirás. Es el cóctel ideal para soportar lo mejor posible las pequeñas reflexiones desagradables, los errores organizativos y los cambios de humor de algunos.
La prueba en ejemplos:
- Tu padre monta un escándalo en el mercado porque no queda salmonete.
Sonríe y aléjate de la escena discretamente, pero con seguridad.
-Te preguntan si has engordado un poco.
Sonríe y di que te lo ha pedido tu nueva pareja.
-Tu madre suspira y se lamenta por la ausencia de Pedro, el chico que te ha partido el corazón.
Dile sonriendo: «Es gracioso que digas eso cuando él no podía soportaros.» Apuéstate lo que quieras a que no vuelves a oír hablar de él.
-Tu primito ha convertido tu bañador Eres en una bandera para su castillo de arena.
No exageres y recuérdale a su madre que aún no ha empezado el cuaderno de deberes de verano. Ahora sí, ya puedes sonreír.
3. Negociar
Como decía el viejo refrán: «Persona previsora vale por dos.» Para que no te encuentres atrapada en tus vacaciones «todo en grupo, todos juntos, las 24 horas», impón algunas condiciones semanas antes de marchaos:
-No harás de niñera.
-Tus hijos no tienen el mismo ritmo que los de tu hermana, así que mejor que cada una se encargue de los suyos.
-Ya eres mayor y no tienes por qué seguirlos a todas partes.
Ahora es tu turno, encuentra los otros puntos de conflicto y negócialos.
4. Participar
Atención porque no eres la única que está de vacaciones y necesita descansar. Todo el mundo esperaba este momento con impaciencia. De modo que el resto no está a tu servicio. A riesgo de volver a oír una frase más que escuchada durante tu adolescencia («No estás en el hotel»), define un plan con las diferentes tareas que realizará cada uno: el desayuno, la compra, los platos, el orden, las lavadoras... Y hay que respetarlo para evitar enfrentamientos, que pueden degenerar con rapidez.
5. Marginarse
La promiscuidad a menudo puede conducir al desastre. A fuerza de verse mañana, tarde y noche, hay cierta tendencia a ponerse nervioso al mínimo ruido. Hay que contar con una válvula de escape para poder coger aire. Reserva un masaje en el spa, vete un día de compras sola, realiza una visita al museo del faro o haz la siesta con un buen libro mientras todo el mundo está en la playa.
6. Que cada uno se ocupe de sus asuntos
Sí, sí, como en el cole. Si tu sobrino sale toda la noche y se levanta a las 15 h y se comunica con monosílabos, ¡no es tu problema! Es su madre quien debe decirle algo.
Si tus padres no dejan de pelarse, es problema de ellos resolver sus temas de pareja.
Y si tu suegra manda callar a su marido cada vez que abre la boca, no digas nada, no sabes toda la historia.
Si te mezclas en los asuntos de los demás, acabarás recibiendo.
7. Desarrollar el espíritu familiar
LETTER
Familia sólo hay una, y aunque a veces la enviaríamos a Marte, la queremos igual. Por cierto, si no es el caso, no deberíamos ir de vacaciones con la familia. Si lo es, evita salir cada noche con los amigos y déjate de gandulear en la playa con los jóvenes... Dedícales tiempo: hablad largo y tendido mientras tomáis un té, mira una película con tus sobrinos un día de lluvia, haced un pic-nic con toda la tribu en una colina, compartid juegos de mesa. A veces vienen bien y generan recuerdos para los años venideros.